Glauco, según la versión de una vieja leyenda, fue un pescador que se convirtió en una especie de pez. Con el paso del tiempo se le pegaron numerosas conchas y objetos de todo tipo, de forma que se convirtió en un monstruo marino. Detrás de todas las conchas, detrás de su apariencia desagradable, se escondía una persona, un corazón, una vida humana. Pero no todos eran capaces de darse cuenta. Nosotros somos como Glauco: con el pasar del tiempo se nos pegan (o nos pegan) muchas cosas. Aparecemos ante los demás como pequeños monstruos, sin que a veces se pueda descubrir ese corazón y esos buenos deseos que hay en lo más profundo de cada uno. Sabemos, sin embargo, que […]