Misioneros
Misioneros Scalabrinianos
La Congregación de los Misioneros de San Carlos – Scalabrinianos – es una comunidad internacional de religiosos, hermanos y sacerdotes, fundada en Piacenza (Italia) el 28 de noviembre de 1887 por el beato Juan Bautista Scalabrini.
El mundo al que la Congregación es llamada a anunciar el feliz mensaje de Cristo es el de los migrantes, en particular todos los que exigen una atención pastoral específica.
Los religiosos scalabrinianos realizan esta misión haciéndose migrantes con los migrantes, para edificar con ellos, mediante el testimonio de su vida y de su comunidad, la Iglesia que, en su peregrinaje terreno, se une de manera especial con las clases más pobres y abandonadas.
Con su actividad apostólica, los misioneros trabajan para cooperar en el saneamiento de los males producidos por las migraciones, tanto en sus causas como en sus efectos, para así, hacer descubrir el designio que Dios realiza en todas las migraciones, incluso en aquellas producidas por injusticias, a fin de que sean la prolongación y la extensión del encuentro de los pueblos, culturas y etnias que, gracias al don del Espíritu de Pentecostés, se convierte en comunión auténtica.
Las peculiaridades de los migrantes son para el scalabriniano y para la iglesia local un llamado a la fraternidad pentecostal, en la que las diferencias se armonizan gracias al Espíritu y la caridad se vuelve auténtica aceptando al “otro”.
Presentes en 31 Países de los 5 Continentes:
- Orientamos a los Migrantes en parroquias multiculturales.
- Acogemos a los Refugiados, defendiendo sus derechos.
- Damos la mano a los Indocumentados en las fronteras.
- Nos solidarizamos con los Desplazados con misiones volantes.
- Acompañamos a las Migraciones Internas con campos-misión.
- Ofrecemos hospedaje a los Marineros en los puertos.
- Asesoramos a las Conferencias Episcopales en el campo de la migración.
- Sensibilizamos a la Opinión Pública sobre el fenómeno migratorio con los medios de comunicación social.
Los Misioneros de San Carlos quieren cumplir con las palabras de Cristo: “Yo era migrante y tú me acogiste” (Mt 25, 25); tratando de llevar donde haya migrantes el consuelo de la fe y la sonrisa de su tierra”, conscientes que “no se llega a Dios con los zapatos limpios “. (Beato JB Scalabrini).