Mi espíritu y mi corazón están alerta como los ojos del centinela. Estoy esperando. Te busco, Señor. Estoy en vela. ¡Es adviento! Te busco enla oración y Tú me abres, Señor, como un amigo siempre presente, cuando se llama a la puerta. Te busco en el Evangelio y Tú te acercas, Señor, como un amigo siempre presente, cuando se le pide luz para atravesar la noche. Te busco en la Eucaristía, con los otros cristianos, y por tu Palabra y tu Pan vienes a mí, Señor, como un amigo siempre dispuesto a ofrecer lo mejor que tiene. Te buscamos cada día y te vemos, Señor, donde se siembra la alegría, dónde se elimina la mentira, donde se suprime la injusticia. […]