«La primera vez que experimenté el deseo de hacerme misionera no tenía más que doce años. Pero no me fui hasta los dieciocho. A veces dudaba de mi vocación. Pero llegó un momento, un día en que me encontraba a los pies de Nuestra Señora de Letnice, cerca de Skopje, donde nací el 27 de agosto de 1910, en que tuve la sensación plena de que Dios me llamaba. En los momentos de incertidumbre sobre mi vocación, hubo un consejo de mi madre que me resultó muy útil: Cuando aceptes una tarea, llévala a cabo con gozo, o no la aceptes, me dijo. Una vez pedí consejo a mi director espiritual acerca de mi vocación. Le pregunté cómo podía saber […]