No hay plazo que no venza, ni fecha que no llegue. Casi todos, por no decir todos, anhelan el momento de la jubilación. Librarse del trabajo que por muchos años ha realizado. No más tarjetas que checar, citas que atender, no más preocupaciones de negocios. Ha llegado el momento de disfrutar a la pareja y la familia, de dedicarse al deporte y pasatiempo que tanto gusta y nunca hubo tiempo de practicar. Así es un lado de la moneda. Pero, ¿y el otro? La jubilación tan esperada, llega y sorprende. Tres casos Aunque ya entrando en los 60, Don José da la impresión de ser un joven lleno de vida, trabajó por 40 años en una fábrica, y dejó un […]