(en este tiempo de Cuaresma) Me hinqué a rezar, pero no por mucho tiempo: tenía muchas cosas que hacer. Esto no es para mí, no puedo perder el tiempo. Me tengo que apurar, pues muchas cosas hay que hacer. Y mientras decía una oración apurada, salí corriendo. Mi deber cristiano estaba hecho, mi conciencia podía estar tranquila, pues el domingo había ido a Misa. Durante el día no tuve tiempo de decir una palabra de alegría, no tuve tiempo invitar a mis amigos al Encuentro Cuaresmal, pues temía que se rieran de mí. Demasiadas cosas que hacer, esa era mi exclamación constante: no tengo tiempo… ¡No tengo tiempo! Tengo tiempo para ir al antro, tengo tiempo para dar la vuelta […]