La belleza de la consagración es: la alegría, la alegría…No hay santidad en la tristeza. La alegría no es un adorno superfluo, es exigencia y fundamento de la vida humana. En el afán de cada día, todo hombre y mujer tiende a alcanzar y vivir la alegría con todo su ser. En el mundo, con frecuencia hay déficit de alegría. No estamos llamados a realizar hazañas heroicas ni a proclamar discursos altisonantes, sino a dar testimonio de la alegría que nace de la certeza de sentirnos amados, de la confianza de ser salvados. Al llamarnos, Dios nos dice: “Tú eres importante para mí, te amo, cuento contigo”. Jesús nos dice esto a cada uno de nosotros. De ahí nace la […]