Mi querido Señor, sombras y luces en estos largos días cuando pienso, muy afligido, en tu sufrir intenso, sólo por mí, cargando con tus cruces. Con tu pensar, Señor, tú me conduces a descubrir aquí tu amor inmenso cuando te muestras triste e indefenso, y con ello por siempre me seduces. Y es que un Dios que consiente su pasión para darnos así la salvación es, para cualquier hombre, inconcebible. Por eso en estas horas te acompaño, con este recordar de cada año, para lograr contigo lo imposible. Fuente/Autor: Joaquín Fernández