WOODBURN, Oregón – USA En un cultivo de ajos bajo un sol abrasador, Simón Santol y otros jornaleros mexicanos encorvados recogen bulbos que colocan en baldes. Pero la cháchara que repercute en el campo no es en español. La mayoría habla en el idioma nativo de Santol, el triqui, o bien en mixteca, zapoteca u otros lenguajes indígenas de regiones mexicanas. El integra una población creciente de mexicanos pobres que a duras penas se comunican en inglés o siquiera en español. “Al principio fue duro”, dijo Santol, de 28 años, en un español vacilante. “Buscábamos a alguien que hablara nuestro idioma y español. Ahora aprendí un poquito de español, gracias a Dios”. Pero otros no lo hicieron, y en las […]