«La primera vez que experimenté el deseo de hacerme misionera no tenía más que doce años. Pero no me fui hasta los dieciocho.
A veces dudaba de mi vocación. Pero llegó un momento, un día en que me encontraba a los pies de Nuestra Señora de Letnice, cerca de Skopje, donde nací el 27 de agosto de 1910, en que tuve la sensación plena de que Dios me llamaba.
En los momentos de incertidumbre sobre mi vocación, hubo un consejo de mi madre que me resultó muy útil: Cuando aceptes una tarea, llévala a cabo con gozo, o no la aceptes, me dijo.
Una vez pedí consejo a mi director espiritual acerca de mi vocación. Le pregunté cómo podía saber que Dios me llamaba y para qué me llamaba. El me contestó: Lo sabrás por tu felicidad interior. Si te sientes feliz por la idea de que Dios te llama para servirle a Él y al prójimo, esa es la prueba definitiva de tu vocación. La alegría profunda del corazón es la brújula que nos marca el camino que debemos seguir en la vida. No podemos dejar de seguirla, aunque nos conduzca por un camino sembrado de espinas
. Un cristiano empieza a vivir su fe con cierta madurez cuando la vive desde lo que Dios le pide en relación a la conversión, exigencias personales, opciones existenciales y vocacionales…
. Estar en contra de toda vocación por sistema es igual que estar en contra de Dios. Es, sin exagerar, matar a Dios para que no hable porque él habla y se hace presente por medio de personas vocacionadas.
. Tan importante como la vocación es la opción existencial. Esta es la dirección hacia la cual quiero orientar mi vida. Donde no hay una opción existencial no hay un cristiano convencido de su fe.
. La frase… ten cuidado que te van a enganchar… es una traducción mal hecha de disfruta de la vida y pasa de Dios y de los demás. Hoy no hay vocaciones porque hay mucho egoismo. Y la vocación exige gratuidad y mucha generosidad.
. No gusta oír hablar de la vocación, porque preferimos oir hablar de dinero, consumo, diversión, egocentrismo, ir a mi rollo, vivir la vida a tope… Por eso, quien está en contra de la vocación debería plantearse si no están por debajo estas actitudes de vida.
Preguntas para reflexionar
1. ¿En qué me ha hecho reflexionar el tema?
2. ¿Por qué da miedo la vocación?
3. ¿Hay en ti un proyecto de vida?
4. Si te vieses a ti mismo, ¿podrías dar nombre a lo que eres y lo que quisieras ser?
5. ¿Cómo ves ahora el tema vocacional? ¿Qué pasarías si todo el mundo pensase como tú en lo vocacional? Mira con detenimiento las consecuencias positivas o negativas