La democracia no se sustenta sin la verdad. Verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente: Juan Pablo II.
Un momento histórico vivirá el pueblo de México durante la jornada electoral del próximo 2 de julio. Ante éste, es importante que usted, ciudadano católico, reconozca en los candidatos y en sus postulados sociales, económicos y políticos, convicciones y actitudes que mantengan y amparen aspectos irrenunciables, como el respeto a la vida, al orden natural y moral del ser humano, así como la honestidad y la verdad, elementos que deberán definir nuestra decisión al momento de elegir a quienes nos habrán de gobernar. Por ello, es importante que, como creyente, considere los siguientes puntos:
Enseñanzas de la Iglesia
La Iglesia Católica no tiene partido. Como institución, la Iglesia acoge a todos los bautizados y no apoya a ningún partido; más aún, acepta que una misma fe puede inspirar opciones políticas diversas.
Los fieles católicos pueden afiliarse y votar libremente por el partido político y por el candidato que, sin contradecir sus convicciones morales y religiosas, mejor responda al bien común de los ciudadanos.
Los fieles católicos están obligados a ser coherentes con su fe; no pueden, por lo tanto, adherirse o votar por un partido o por un candidato contrario a sus convicciones religiosas y a sus exigencias morales.
Por lo tanto, un católico:
No puede votar por un partido o por un candidato que esté en contra del respeto absoluto a la vida humana, desde la concepción hasta su desenlace natural, como serían los que propician el aborto, la eutanasia o la manipulación de los embriones.
No puede votar por un partido o candidato que no respete el derecho primario de practicar libremente sus creencias religiosas.
No puede votar por un partido o candidato que no le garantice, con certeza moral, que utilizará honestamente los dineros y bienes públicos; que va a cumplir lo que promete; que buscará el bien común y no el provecho propio y de sus colaboradores.
No puede votar por un partido o candidato que no se comprometa a promover la dignidad de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto.
Al contrario, un católico:
Debe votar por un candidato que respalde, con su ejemplo, las virtudes humanas y cristianas, como son el respeto a los demás, saber escuchar, el diálogo, decir la verdad, la honestidad, la fidelidad conyugal y el amor a la familia.
Debe votar por un candidato que demuestre con hechos su espíritu de servicio a los demás, con especial preferencia a los pobres y que defienda la dignidad de la persona humana.
Debe votar, por un candidato que tenga cualidades de gobierno y que garantice la vigencia del Estado de derecho mediante la aplicación de la Ley.
Un católico sabe:
Que, si bien la democracia no se agota en el proceso electoral, su Fe lo compromete a colaborar en el bien del País, emitiendo su voto libre, secreto, personal e informado. El abstencionismo es un pecado de omisión.
Que debe conocer su Fe y formar su conciencia de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y de la moral católica, y emitir su voto pensando en el bien común y no según intereses personales o de partido.
Que debe brindar a las instituciones ciudadanas que participan y cuidan de los procesos democráticos, su respeto y apoyo. La democracia es un bien que todos debemos proteger.
(Fragmentos del texto Un católico vota así, de Mons. Mario de Gasperín Gasperín, Obispo de Querétaro).
Fuente/Autor: Xóchitl Zepeda León- Semanario