Confluyen en Lechería historias de los que desisten y los que reintentan llegar a Estados Unidos.
Ciudad de México
José Antonio fue deportado a El Salvador en octubre pasado, pero ahorró 200 dólares y lo intentó de nuevo.
El 21 de diciembre emprendió el segundo intento de cruzar México de manera ilegal para llegar a Estados Unidos, pero otra vez fue detenido por agentes Migración justo a la mitad del camino.
Junto con otros dos compañeros, llegó la madrugada del lunes 2 de enero a la estación del tren de Lechería. Estaba decidido a buscar trabajo porque los 2 mil pesos que traía se le acabaron en comida y en las “mordidas” que dio a policías y vagoneros para que lo dejaran continuar su trayecto.
“Esa noche nos dieron café en una de las casas de por aquí y el dueño nos dio trabajo estos dos días, nos llevó a romper unas piedras a un terreno y nos pagó 100 pesos al día”, platica.
Había pasado 14 días de hambre, frío, y de dormir las últimas dos noches en un lote baldío junto a las vías del tren.
Cuando los agentes de Migración lo detuvieron, José Antonio, de 30 años de edad, ya había tomado una decisión: regresar a El Salvador con sus cinco hijos y su esposa, aunque vivan en la pobreza.
“Es una situación de angustia, gano tres dólares al día, y eso dos veces por semana, haciendo trabajos de albañil en una comunidad cercana, porque con mis tres parcelas sólo saco maíz para mí.
“Pero ya no tengo dinero, y de seguir así corro el riesgo de morirme de hambre en el camino, así que mejor, ya que me agarraron, que me regresen en autobús”, dice en entrevista.
Una vez a la semana, los 15 agentes la delegación de Migración en el Estado de México realizan una inspección en esta estación de Lechería, acompañados siempre por policías estatales.
Junto con otros operativos en las principales entradas a la entidad, en el 2005 detuvieron y deportaron a 2 mil 975 migrantes centroamericanos.
La vida del panadero
Don Inocente vio acercarse a la decena de policías estatales y a los agentes de Migración, pero optó por quedarse sentado y entregarse.
A sus 48 años de edad decidió vivir la experiencia de viajar a Estados Unidos para encontrarse con su hijo, pese a que éste le advirtió de los riesgos que correría.
Cambió 18 años de panadero por la ilusión ganar más de los 7 dólares que su negocio le deja al día.
“Allá estoy fiando mi pan porque la gente tampoco tiene dinero para pagar, entonces es como si lo estuviera regalando, y la situación llega a desesperarme tanto que agarré los 80 dólares que tenía y me vine para acá”, relata.
De las 14 personas que Migración detuvo, era el que mostraba más optimismo, incluso bromeaba sobre su situación: “Al menos ya conocimos los hermosos paisajes y estas colonias urbanas (asentamientos irregulares de Lechería)”.
Con el grupo de 14 centroamericanos detenidos el miércoles pasado en Lechería, iban también seis jóvenes que decían ser de Veracruz y de Chiapas.
Wilson, de 14 años, dice que quedó huérfano a los ocho años y que desde entonces trabajaba de albañil en Motozintla, Chiapas.
Fuente/Autor: Érika Hernández