Quiero hacer memoria, Señor, de mi historia.
Quiero hacer recuerdo entrañable de mi pueblo.
Quiero traer a mi vida tu liberación del hombre.
Quiero hacer presentes tus pasos en mis pasos, en desierto.
Aquí estoy, Señor, oyendo el grito del duro látigo
en tu corazón de Padre, sobre la espalda de los nuestros.
Aquí estoy oliendo el lodo y la siembra pisada
por los pies desnudos y las manos entre hierbas.
Aquí estoy oyendo el grito, los gritos y los llantos
de los hombres que no tienen derechos.
Aquí estoy abrasado por el fuego de tu presencia
presente en el dolor de cada hermano vivo o muerto.
Recuerdo, Señor, la noche de la salida, en la sangre.
Recuerdo el miedo con que partimos los hermanos,
en busca de la libertad soñada, como un sueño.
Recuerdo la experiencia del barro en la huída, en la
salida, cuando nos perseguían los que nos tuvieron
presos.
Recuerdo tu columna de fuego abriendo camino en la
noche… porque eras Tú, sólo tú, Señor, quien nos
pusiste en éxodo.