Este Domingo cumple años Raúl Ochoa Encinas. Ver en la Sección de Cumpleaños.
Natalia es una de las 140.000 mujeres moldavas que han sido víctimas del tráfico sexual.
El tráfico sexual de jóvenes está aumentando en todo el mundo. Se estima que 1,2 millones de niños y adolescentes de menos de 18 años lo sufren cada año. El Sur y el Sudeste de Asia son áreas importantes para el tráfico. La Organización Internacional para las Migraciones calcula que 225.000 mujeres y niños son traficadas anualmente desde el Sudeste asiático. Alrededor de 300.000 niños bangladeshis trabajan en prostíbulos en la India, uno de los destinos principales en el Sur de Asia.
Información de Europa Oriental sugiere que los traficantes apuntan cada vez más a las mujeres jóvenes, porque les permiten ganar más dinero que las adultas. También se ha reportado un incremento en la demanda de mujeres jóvenes en otras regiones del mundo, como el Sudeste de Asia, donde la idea de que tener relaciones sexuales con una virgen puede prevenir o incluso curar el VIH/SIDA, ha contribuido a este efecto.
El tráfico no sólo tiene como fin la explotación sexual. Sus metas pueden ser otras: explotación laboral, sujeción por deudas, trabajo doméstico, mendicidad, matrimonio, participación en conflictos armados o comercio ilegal de drogas o de órganos. En África Central y Occidental, por ejemplo, unos 200.000 menores son traficados anualmente dentro y fuera de las fronteras de sus países. Los muchachos suelen serlo para trabajar en plantaciones, mientras que las muchachas son generalmente explotadas como servicio doméstico. La mayoría de los africanos traficados a Europa Occidental son originarios de Ghana, Nigeria y Marruecos. Algunos son vendidos por sus padres; muchos tienen entre 17 y 20 años, pero hay algunos que todavía no han cumplido los 15.(
Las causas primarias del tráfico son múltiples y complejas, e incluyen la pobreza, la falta de oportunidades de trabajo, la falta de derechos de las muchachas y las mujeres, la impunidad ante la persecución y una carencia general de educación e información. A veces los más jóvenes son vendidos por sus padres, que no están en condiciones de alimentarlos, o que aceptan que sus hijos se vayan con un pariente o un amigo que les promete un buen empleo.
Las consecuencias del tráfico humano incluyen daños a la salud física y mental de las víctimas, exposición a enfermedades de transmisión sexual -sin olvidar el VIH/SIDA-, embarazos no deseados y muerte. En lugar de recibir asistencia y protección, a menudo las víctimas del tráfico se enfrentan con persecución y cárcel. También pueden padecer tratos intimidantes y humillantes de parte de las autoridades, tanto del país de origen como del de destino. Los que han estado en la industria del sexo son especialmente vulnerables a sufrir más abusos a su regreso. Además, los retornados pueden enfrentarse con serias dificultades para reintegrarse a sus familias y comunidades, especialmente si se considera que se han deshonrado o que no consiguieron suficientes beneficios de su migración.
A lo largo de los últimos años se ha hecho algún progreso en concitar la atención de la comunidad internacional para que garantice la protección de las víctimas del tráfico. Por ejemplo en Moldova, UNFPA y la Organización Internacional para las Migraciones han estado colaborando estrechamente en la asistencia de víctimas del tráfico como Natalia. El refugio de la OIM no está lejos de un centro de salud apoyado por UNFPA, que ofrece una completa dotación de servicios de salud reproductiva y sexual. La OIM, en colaboración con agencias de las Naciones Unidas, también provee a las retornadas entrenamiento laboral.
Aún así, queda mucho por hacer. Los países afectados por el tráfico de personas deben asegurar que sus políticas y acciones sitúen los derechos humanos de las víctimas en el centro de sus acciones para combatir el tráfico de seres humanos. Esto es especialmente importante para proteger a niños y adolescentes, que son los más vulnerables. La cooperación internacional es necesaria para perseguir y dispersar a las bandas de traficantes. Las jóvenes traficadas que logran escapar de sus captores deben tener acceso a lugares seguros donde residir y recuperarse mientras se preparan para volver al mundo real. También deben recibir consejo y apoyo para recuperar su confianza y su autoestima.
Fuente/Autor: Jóvenes en movimiento