“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Scalabrini

Pierden el sentimiento de la nacionalidad y el sentimiento de la fe

27 de enero de 2020

De los Escritos de Juan Bautista Scalabrini.

Sin embargo, ¿quién podría describir los peligros a que se exponen nuestros pobres emigrados con respecto a la vida religiosa? Se ha dicho todo al decir que en la inmensa mayoría ellos viven allá sin ver jamás la cara de un sacerdote y la cruz de un campanario. Abandonados, por lo tanto, a su suerte, se entregan a la indiferencia más desoladora o abandonan la fe de sus padres. Les diré una cosa que oprime el corazón al pensarlo: en sesenta años, según cálculos oficiales, emigraron a una gran república americana 40 millones de católicos. Ahora suponiendo también que 20 millones, lo que no se verificó nunca, hayan repatriado, los católicos allá residentes, teniendo en cuenta los nacidos y los muertos, deberían alcanzar por lo menos una cifra de 20 millones; en cambio según el último censo eclesiástico, el número no llega, o ciertamente no llegaba entonces, a los 8 millones. ¿Adónde fueron a parar los otros 12 millones?

Pierden el sentimiento de la nacionalidad, y con él, cosa que oprime el corazón al pensarlo, el sentimiento de la fe católica, caen víctimas de la propaganda protestante, víctimas infelices de las sectas, allá más activas y numerosas que en otras partes. ¡Oh Señores! ¡Permitan a un Obispo llorar ante ustedes por tanta desventura! La privación de ese pan espiritual que es la Palabra de Dios, la imposibilidad de reconciliarse con Él, la falta del culto y de todo estímulo al bien, ejerce una influencia mortífera sobre la moral del pueblo. Aun el hombre instruido está sujeto a ese peligro, pero en menor grado, ya que su educación, su cultura, el conocimiento teórico de la religión, sirven de alguna manera para salvarlo del hielo de la indiferencia, ya que puede, por lo menos, asociarse con el pensamiento a los Misterios Divinos, que se celebran en otras partes, y alimentar la mente con lecturas morales. Pero, ¿el pobre hijo de la gleba, cómo podría elevarse a pensamientos tan nobles? Para él, más que para los otros, el concepto de la religión está inseparablemente unido al del Templo y del sacerdote. Donde calle toda sensible manifestación religiosa, él poco a poco olvida sus deberes hacia Dios, y la vida cristiana en su espíritu languidece y muere. Pero no muere en él la sed de lo verdadero, el anhelo por lo infinito. “El hombre, dice un moderno filósofo incrédulo, necesita naturalmente de religión y de culto. El es religioso por naturaleza, como por naturaleza es racional, o mejor dicho todavía, él es religioso porque es racional”. Esta necesidad es tanto más sentida cuanto es menos posible satisfacerla. Esto se toca con las manos entre nuestros emigrados, también donde por falta del sacerdote reina soberano el materialismo más abyecto. Imaginen entonces cuanto esa necesidad deba estar viva entre aquellos – y son la mayoría – que sienten todavía viva la dignidad del propio ser, oyen todavía los reclamos de su conciencia.(La emigración de los obreros italianos – Ferrara – 1899)

Fuente/Autor: UNA VOZ VIVA

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