Padre bueno, te alabamos por tu amor infinito
hacia cada uno de nosotros
y te bendecimos por tu cercanía y presencia:
Tú siempre estás con nosotros en el camino de la vida.
Tú nos alimentas con tu palabra,
nos alientas con tu esperanza,
nos sacias con el Pan de la Eucaristía.
Hoy te encomendamos a los misioneros de la congregación Scalabriniana.
Tú, Señor, pusiste en el corazón
del Beato Juan Bautista Scalabrini
el carisma de asistir, acompañar y evangelizar a los migrantes,
a los refugiados y a todos los que están lejos de su casa y de su tierra.
Bendice a la familia Scalabriniana
con la gracia de vivir su vocación con perseverancia y santidad.
Concede a cada misionero la sabiduría
y el valor que derramaste
sobre Abraham, Moisés y los Profetas,
para guiar a tu pueblo hacia la tierra prometida.
Dales la gracia de ser anunciadores de una patria definitiva.
Concédeles que nunca se cansen de vivir
como peregrinos, extranjeros, sabiéndose ciudadanos de tu Reino.
Suscita en la familia Scalabriniana
vocaciones de profetas, apóstoles y pastores
para servir a los migrantes.
Santa María del camino,
tú presurosa, caminaste al encuentro de tu prima Isabel;
tú con José viviste el exilio para proteger a tu hijo Jesús.
Quédate en la marcha de todos los Migrantes
con los Misioneros de San Carlos.
Haz que todos conozcan y amen a tu Hijo,
y que, a través de las migraciones,
deportaciones, exilios y lejanías,
todos encontremos la Vida y la Vida en abundancia.
Amén.