Oh Señor, tú has puesto en nuestras manso la construcción del mundo
y la edificación de la Iglesia.
Nos has confiado el anuncio de tu Evangelio de salvación,
y nos espera siempre en los migrantes, en los que sufren,
en todos los hermanos y hermanas.
Frente a nosotros se abren muchos caminos
y nos aturden muchas voces discordantes.
Entre éstas, tu llamada es una invitación dulce
y fuerte, que nada quita a nuestra libertad.