Señor Jesús, Pastor de nuestras almas,
que continúas llamando con tu mirada de amor a tantos
y a tantas jóvenes,
que vivimos en las dificultades del mundo de hoy,
abre nuestra mente para oír,
entre tantas voces que resuenan a nuestro alrededor,
tu voz inconfundible, suave y potente,
que también hoy repite: “¡Ven y sígueme!”.
Mueve nuestro corazón a la generosidad
y hazla sensible a las esperanzas de nuestros hermanos,
que piden solidaridad y paz, verdad y amor.
Orienta nuestro corazón hacia la radicalidad evangélica,
capaz de revelar al hombre moderno las inmensas riquezas de su caridad.
¡Llámanos con tu bondad, para atraernos a Ti!
¡Préndenos con tu dulzura, para acogernos a Ti!
¡Envíanos con tu verdad, para conservarlos en Ti!
Amén