Señor, enséñanos a no amarnos a nosotros mismos,
a no amar sólo a nuestros seres queridos,
a no amar sólo a los que nos aman.
Enséñanos a pensar en los demás,
a amar primero a los que nadie ama.
Concédenos la gracia de entender que a cada instante,
en que vivimos una vida demasiado feliz,
protegida por ti, hay millones de seres humanos,
que también son hijos e hijas tuyos: hermanos
y hermanas nuestros que mueren de hambre,
sin haber merecido morir de hambre,
que mueren de frío, sin haber merecido morir de frío.
Señor ten piedad de todos los pobres del mundo
y no permitas más, oh Señor, que seamos felices a solas.
Haz que sintamos la angustia de la miseria universal,
y líbranos de todo egoísmo.