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Le roban pan, les pone comedor

27 de enero de 2020

Hoy Carlos Arturo Clavel Pulido cumple años y el Padre Miguel Ángel Ramírez Lepe recuerda el primer aniversario de su Ordenación Sacerdotal. Ver en la sección de Cumpleaños.

La casa altruista alimenta en a 140 menores y 25 ancianos apoyada por el Banco de Alimentos

Guadalajara, México (16 diciembre 2006)

Las conchas, orejas y todo el surtido de pan dulce llegaba entre las 16:00 y 16:30 horas a la tienda de doña Genoveva, ubicada en Alamedas de Zalatitán, en Tonalá.

Escondidos en la calle Miguel, María y Ángel esperaban a que el repartidor se fuera. Entraba, y cada uno tomaba una pieza.

Al final del día, al hacer cuentas, el hijo de doña Genoveva se daba cuenta que faltaban tres piezas de pan que no habían sido pagadas. Todos los días era la misma historia hasta que descubrieron a los pequeños ladrones.

“Mi hijo se enojó mucho, pero yo hablé con los niños y me dijeron que se llevaban el pan porque no tenían que comer y tenían hambre, estaban sentaditos en la banqueta comiéndose su pan”, relata doña Genoveva.

Conmovida con la historia de los tres hermanos los invitó a comer a su casa. Los niños aceptaron, empezaron a ir todos los días y corrieron la voz entre sus amigos, que, al igual que ellos, no contaban con un pedazo de pan para llevarse a la boca.

“Empezaron a invitar a otros, y ésos a otros, y luego la casa era insuficiente para darles a todos, así que nos fuimos a un baldío donde nos pusieron unas tejas, y ahí les dábamos de comer”, cuenta.

Durante ocho años, el pequeño comedor de doña Genoveva creció. Los tres niños se transformaron en 140 y 25 ancianos, quienes acuden de lunes a viernes por un plato de comida caliente, agua y postre.

Ya no se les da de comer en un baldío, doña Genoveva quitó la tienda y adaptó ese local.

También pidió apoyo al Banco de Alimentos que cada ocho días le surte de frutas, verduras y lácteos para sus pequeños.

Aunque es una gran ayuda no es suficiente, ya que además tiene que comprar huevo, frijoles, carne y otros productos. Los gastos del comedor al que bautizaron como Pan de Vida ascienden, a los 10 mil pesos mensuales, con lo que se paga, luz, gas y agua.

“Los que falta lo compramos nosotros, organizamos bazares, vamos a los tianguis a vender ropa usada, hacemos comidas para eventos, de ahí sale para comprarlo, y Gracias a Dios y la Divina Providencia nunca nos falla”, relata doña Genoveva.

Pero comida no es lo único que doña Genoveva y las 14 personas que colaboran con ella dan a los pequeños, también les regalan un poco de atención que, asegura, muchas veces es lo que más les hace falta.

“La mayoría son niños que sus papás trabajan y no los atienden, son niños que buscan en la calle el cariño que les falta en su casa, es una colonia muy pobre, y, si nosotros podemos darles esa atención y alejarlos de las drogas y las pandillas, qué mejor”, dice

Fuente/Autor: Fernanda Carapia/Mural

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