SAN JOSÉ, sábado, 18 marzo 2006
Publicamos la carta que han escrito los obispos que conforman el Secretariado Episcopal de Centro América (SEDAC), a los miembros del Senado de los Estados Unidos sobre la ley de inmigración que se está discutiendo en esa sede.
Señores miembros del Senado de los Estados Unidos de Norteamérica
Distinguidos señores:
«Cuando un forastero viva junto a ti, en tu tierra, no lo molestes. Al forastero que viva con ustedes lo miraran como a uno de ustedes y lo amarás como a ti mismo, pues ustedes también fueron forasteros en Egipto» (Levítico 19: 33 34.). En el Nuevo Testamento, Jesús nos invita a recibir a los forasteros o migrantes (Cf. Mateo 25: 35-43).
Nosotros, los Obispos que conformamos el Secretariado Episcopal de Centro América (SEDAC), queremos externar nuestra preocupación por la reforma de las leyes de inmigración que ustedes empiezan a discutir. Nos proponemos escuchar la voz de los que estamos afuera de su país para que los ayude a entender las graves implicaciones que tendrá la aprobación de dicha ley para nuestros países de la región Centro Americana, agobiados por la pobreza y extrema pobreza.
La aprobación, en diciembre pasado por la Cámara de Representantes de la «Ley de seguridad fronteriza, antiterrorismo y actos de control de la inmigración ilegal 2005, H. R. 4437», ha generado una gran preocupación en las Conferencias Episcopales y en la población de Centro América. La aprobación de la ley H.R.4437 será un desastre devastador que involucrará a miles de persona, familias, comunidades de la región centroamericana. Sería un desastre económico-social aún mayor que los últimos desastres naturales que azotaron la región.
En la actualidad, Centro América vive bajo a una inestabilidad económica y política tan grave, que se puede equiparar a la crisis de los años setentas y ochentas. Nuestra solicitud es que en sus discusiones sobre la ley migratoria contemplen una ley con rostro humano y consideren una solución humanitaria y comprensiva para el bien común de todas aquellas personas que buscan alternativas a la grave crisis económica de la región Centro- Americana. Asimismo, que examinen cuidadosamente el desarrollo económico y la estabilidad política de donde se originan los trabajadores migratorios, así como los que ya se encuentran trabajando en Estados Unidos, sin importar su situación. También, que valoren con prudencia el muro en la frontera, pues el mensaje que se está transmitiendo en el sur del continente es de un verdadero «apartheid» social.
Entre los 11 millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos de forma indocumentada y sin los permisos laborales, existe una gran y significativa cantidad de América Central. Los grandes flujos de trabajadores migratorios de la región se iniciaron con el auge de los conflictos armados de la región en los años setentas y ochentas, y se han incrementado en los últimos años. A ellos han seguido sus familiares, para la reunificación. Hoy, los familiares de los Centroamericanos perciben significativas cantidades de remesas de los inmigrantes que viven y trabajan en los Estados Unidos. Dichas remesas ayudan a la población y comunidades a salir adelante ante la situación de miseria y la falta de proyectos de desarrollo económico sostenible. Actualmente, las remesas desde Estados Unidos constituyen el segundo rubro de ingresos en la región Centro América. Las consecuencias económicas que traería la aprobación de la Ley H.R. 4437 ocasionarían, sin lugar a dudas, un desastre en la economía nacional y en las familias, haciendo la región aun más vulnerable. En caso que la aprobación de la Ley ocurra, impulsará a la población asumir mayores riesgos para obtener trabajo en Estados Unidos y se incrementará otra ola mayor de migración, facilitando así, el tráfico de migrantes y la trata de personas.
Los efectos sociales de la entrada en vigor de la Ley H.R. 4437 agudizarían la violencia y la inestabilidad socio económico y política de la región. La incidencia directa, indudablemente, en la región derrumbaría nuestra frágil democracia, generando mayor ingobernabilidad, y en el peor de los casos, podría llevarnos a un conflicto de una magnitud incalculable.
Ante estas preocupaciones, solicitamos que se consideren estos efectos, no sólo porque son vitales a la supervivencia del pueblo Centroamericano, sino también, como ustedes han manifestado en muchas ocasiones, este es un interés de Estados Unidos a largo plazo. La estabilidad económica, política y la equidad social de la región siempre han sido de un gran interés para Estados Unidos. Es importante la comprensión de ustedes sobre el tema de las inmigraciones. Es por ello que nosotros, los Obispos de Centroamérica, les exhortamos a que no pierdan de vista cómo sus decisiones impactarán a sus vecinos del sur.
Desde la visión de la Iglesia Católica en Centroamérica, queremos enfatizar que los migrantes tienen derechos y dignidad. En los últimos años, Estados Unidos se ha esforzado en controlar la inmigración en las fronteras con tecnología e infraestructura moderna, sin grandes éxitos. Mientras las leyes de inmigración de Estados Unidos y sus acuerdos económicos no estén sincronizados con las realidades económicas de forma equitativa, en el hemisferio las migraciones seguirán siendo un desafío importante.
Un vez más, exhortamos a que legislen una vía humanitaria para los trabajadores en Estados Unidos y que permita la reunificación familiar. Y a los que se encuentran de forma indocumentada, que puedan salir de las sombras y se sumen dignamente a la sociedad estadounidense a construir su desarrollo. Esta es la única forma de garantizar la seguridad fronteriza sin sacrificar el desarrollo económico, sin violar los derechos humanos y mantener la estabilidad socio – económica y política de la región centro americana.
En un mundo globalizado, estamos llamados a globalizar la solidaridad con los más excluidos y marginados. Para los migrantes y para la Iglesia no debe de haber muros y fronteras, sino puentes que nos unan como hermanos y hermanas.
Hacemos propicia la ocasión para expresar nuestra más alta estima y quedamos a la espera de que la Ley H.R. 4437 no entre en vigor, y que tengamos una ley que atienda a las necesidades del ser humano, y confiamos en la protección de Dios que dicho proyecto de ley no se concretice.
Sin otro particular y esperando su apoyo incondicional a nuestra solicitud, nos suscribimos de ustedes, en nombre del Secretariado Episcopal de Centroamérica.
Monseñor José Francisco Ulloa Rojas
Obispo Diocesano de Cartago – Costa Rica
Presidente del SEDAC
Monseñor Ángel Sancasimiro Fernández
Obispo Diocesano de Ciudad Quesada-Costa Rica
Secretario General SEDAC
Fuente/Autor: ZENIT