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Mundo Misionero Migrante

Futuro incierto para inmigrantes

27 de enero de 2020

El futuro de más de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, la mayoría de Centroamérica y México, depende bastante de quién gane la Presidencia el 6 de noviembre próximo: el presidente demócrata Barack Obama, que busca la reelección, o el republicano Mitt Romney.

La comunidad de inmigrantes, al igual que los estadounidenses, les interesan las políticas económicas, empleo, educación y salud; sin embargo, la incertidumbre de su estatus como habitantes de Estados Unidos es lo que más les preocupa.

La incertidumbre rodea a los 11 millones de inmigrantes que no cuentan con la debida documentación, incluidos aquellos menores de 30 años traídos a Estados Unidos cuando eran niños y que se han dado a conocer con el nombre de Dreamers (soñadores).

Steven Camarotta, jefe de investigación del Centro para Estudios Migratorios, expresó que no ve una solución fácil después del 6 de noviembre. “Habrá otras prioridades. Cuando hay una tasa de desempleo tan alta, es difícil sobreponerse al argumento de la competitividad laboral” que representaría el ingreso al mercado laboral formal de millones de personas actualmente no autorizadas.

El periodista Jorge Ramos Ávalos entrevistó hace pocos días a Obama y a Romney. “Lo que es importante es el hecho de que nunca he dejado de apoyar una reforma migratoria comprensiva”, destacó Obama.

Ramos dijo que aparte de eso, el presidente puso en marcha el programa Acción Diferida, el cual evitará potencialmente la deportación de 1.4 millones de estudiantes indocumentados y les dará permisos de trabajo.

Romney expuso: “Para los que ya están aquí y están indocumentados, que fueron traídos por sus padres y que son inmigrantes ilegales en este país, mi visión es que debemos encontrar una solución permanente”.

La diferencia entre las dos propuestas es que la de Obama —reforma migratoria comprensiva— incluye un camino a la ciudadanía para los indocumentados. En el caso de Romney, él no ha especificado en qué consiste su “solución permanente”. Eso sería negociado entre ambos partidos. Pero en el segundo debate expresó que estaba en contra de darles una “amnistía”.

Rechazo

Toda la campaña ha sido un cúmulo de despropósitos por parte de Romney, líder del Partido Republicano, a la hora de acercarse al voto hispano. Durante las internas de su partido asumió posturas muy duras contra los inmigrantes claramente para atraerse el voto de la derecha más extrema.

Según el analista Andrés Oppenheimmer, “durante las primarias Romney indicó que la draconiana ley de inmigración de Arizona debería ser un ‘modelo’ para toda la nación; afirmó que él vetaría el Dream Act —proyecto de ley apoyado por el presidente Obama que permitiría la nacionalización de hasta 1.7 millones de estudiantes indocumentados— y que fomentaría la “autodeportación” de los 11 millones de indocumentados, una estrategia que según sus críticos implica volverle la vida imposible a los sin papeles hasta que decidan voluntariamente abandonar Estados Unidos”.

Mientras Obama apoya totalmente el proyecto Dream Act, el candidato Romney solo lo respalda para aquellos indocumentados que se inscriban en las fuerzas armadas.

Romney no encontró eco en su discurso entre los hispanos, porque desconfían de la “solución permanente” que plantea y parecen preferir la hasta ahora “non nata” solución “integral” de Obama.

Sus desafortunadas frases no han hecho nada por conquistar el corazón de los hispanos. Como aquella en la que dijo que el 47% de los votantes no lo apoyan porque dependen del subsidio del Estado: “Creen que son víctimas, que el Gobierno es responsable de cuidar de ellos, que se les debe proveer con sanidad, comida, alojamiento o como lo quieran llamar. Tienen derecho a ello y el Gobierno se lo debe proveer y votarán al presidente”.

Pero Obama también decepcionó a los hispanos entre el 2009 y el 2011, porque no consiguió impulsar la reforma migratoria y tampoco contuvo entre el 2009 y el 2012 el alto número de deportaciones sin precedentes que se han dado durante su gobierno.

En junio último Obama utilizó el poder del Ejecutivo para frenar las deportaciones y otorgar permisos de estadía y posibilidad de empleo temporales a cientos de miles de jóvenes indocumentados que fueron llevados a EE. UU. por sus padres. Emitió la directiva Acción Diferida para detener la medida y ofrecer a jóvenes inmigrantes indocumentados dos años de prórroga, renovables, para permanecer en ese país y solicitar permiso de trabajo.

En medio de esta incertidumbre no hay que olvidar que una reforma migratoria integral no está solo en las manos de quien gane la Presidencia, ya que es una ley que debe ser aprobada por el Congreso estadounidense.

Para que sea aprobada una reforma migratoria se necesitan 218 votos en la Cámara de Representantes y 60 en el Senado. En la actualidad los republicanos controlan la Cámara baja y los demócratas la Cámara alta solo por un voto.

La agencia de noticias AP anotó que durante uno de los debates Romney se refirió varias veces a los inmigrantes como “ilegales”, mientras que Obama los llamó“indocumentados”.

Fuente/Autor: Prensa Libre

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