“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

GOETHE
«La Iglesia ama, he aquí toda su vida»
01/27/2020
“El catecismo es el compendio de todos los dogmas y de toda la moral de la Iglesia Católica”
01/27/2020

Scalabrini

«Este espíritu de sabiduría y de moderación, de mansedumbre y de caridad»

27 de enero de 2020

De los Escritos de Juan Bautista Scalabrini.

Este espíritu de sabiduría y de moderación, de mansedumbre y de caridad, fue y será siempre en el cristianismo el carácter de las almas grandes. Donde este espíritu reina, necesariamente las discordias desaparecen; allá sin duda ustedes encontrarán el orden, la concordia, la paz. ¡Ah! nosotros volvemos a recorrer juntos esos días afortunados, en los cuales la armonía de todos los fieles entre sí y la plena y perfecta sumisión al orden jerárquico, establecido divinamente aquí en la tierra, daban a la Iglesia, según la hermosa expresión de San Irineo, una flor perenne de juventud, que unida a la intacta pureza de la fe y de la moral, la mostraba a los ojos de todos como cosa divina. Y bien, el cor unum et anima una, que otorgó la victoria a nuestros padres en la fe contra las tinieblas de la idolatría y los ensañamientos de la barbarie, será también hoy el medio eficaz, si no único, para volver a orientar a la sociedad presente hacia el ideal de la sociedad cristiana.

Católicos de nombre y católicos de hecho – Piacenza – 1887

«La caridad, señora y árbitro de nuestro corazón»

La caridad, esa ciudadana que bajó del cielo entre nosotros para acercar los corazones, temperar las aflicciones, levantar los ánimos deprimidos, hacer felices a las familias desventuradas con las alegrías más puras, el don más hermoso que Dios podía hacer a su criatura; la caridad que hace tan suave el yugo, y tan leve el peso de la ley y de la vida; que esparce alguna flor en el penoso camino de este exilio; que es el bálsamo de tantas llagas, el refrigerio de tantos corazones; la caridad que unida al máximo y primer precepto del amor a Dios, nos encamina, pobres peregrinos, hacia la consecución de aquella patria sobre cuyo umbral inmortal nos dejarán la fe y la esperanza y donde la caridad entrará sola para reinar; la caridad que es la gran ley del cristianismo; que debe resplandecer sobre nuestra frente, y ser señora y árbitro de nuestro corazón, reclama de nosotros algún sacrificio, sacrificio que no podremos negar a nuestros hermanos, sin ser culpables de una imperdonable dureza, sin desmentir con los hechos el título de cristiano del cual merecidamente nos gloriamos.

Palabras pronunciadas en ocasión del desastre de la isla de Ischia – 1883

Fuente/Autor: Una Voz Viva

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