Pensamiento del Beato Juan Bautista Scalabrini
Haciéndose hombre he aquí que, Él, el Eterno, el Inmenso, el Creador y Señor del universo, el Rey inmortal de los siglos, es nuestro amigo, nuestro hermano, el compañero de nuestro exilio. Desde ese día, hasta el fin de los tiempos, Él no nos abandonará más, viviendo primero treinta años de nuestra vida mortal y luego, haciendo morada entre nosotros bajo los velos Eucarísticos: Se nascens dedit socium [Naciendo se hizo nuestro compañero].
Con una delicadeza de amor todavía más singular, Él se convertirá en nuestro alimento. Nada es para nosotros más íntimo que el alimento, ya que asimilándose a nuestra sustancia conserva y renueva nuestras fuerzas. Y es justamente bajo esta forma que Jesús quiere pertenecernos: convescens in edulium [al comerlo se hizo nuestro alimento].
No es suficiente. Sobre la Cruz Él se hará nuestra víctima. Para redimirnos del pecado y de la muerte Él derramará hasta la última gota de su sangre y sacrificará su vida, constituyéndose en precio de nuestro rescate: se moriens in praetium [muriendo se entrega como precio del rescate].
Finalmente, después de haberse entregado a nosotros de todas estas maneras, Él coronará sus beneficios dándose a los elegidos en los esplendores de la gloria para ser su recompensa eterna: se regnans dat in praemium [reinando se hace nuestro premio].
Sí, Jesús desde ese día es nuestro, verdaderamente nuestro, totalmente nuestro. Él sea todo para nosotros. ¡Feliz quien llega a comprenderlo, y comprendiéndolo, no busca, no desea, no quiere sino a Jesús!.
Homilía de Navidad, 1894
Fuente/Autor: Una Voz Viva