01. Preséntate:
¡Qué tal, Jóvenes Sin Fronteras, un cordial saludo desde São Paulo, Brasil!
Mi nombre es Román Viveros Costeño, nací en un lindo pueblito llamado Colonia Enríquez, Ver. Soy el hijo mayor de 6.
Yo no era un joven que participaba mucho en las actividades religiosas de mi comunidad, para ser sincero, nada, hasta que la edad de 19 años que fui invitado para participar de una Semana Santa. Después de esa fuerte experiencia que me envolví profundamente en mi comunidad y poco a poco fue naciendo la inquietud que entrar al seminario.
Actualmente estoy estudiando el séptimo semestre de teología en la bella ciudad de São Paulo, Brasil.
02. ¿Cuál fue tu proceso vocacional?
Hace años que ingresé al seminario, al Seminario Diocesano de Xalapa, Ver., donde estudié hasta el segundo año de filosofía, y con el deseo de ser misionero , conocí a los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos, cuyo carisma a favor de los migrantes llamó fuertemente mi atención. Después de algún tiempo de acompañamiento y discernimiento vocacional decidí aventurarme a vivir la experiencia de ser un Misionero Scalabriniano.
He vivido experiencias comunitarias muy enriquecedoras, que me han ayudado a ir profundando mi vocación y deseo de consagrarme totalmente en este carisma, experiencias de espiritualidad y de contacto con Aquél que me llama, y que con toda certeza está llamando a muchos de ustedes, a hacer parte de este maravilloso proyecto de encuentro y entrega a favor de aquellos que muchas veces son excluidos de la sociedad: los migrantes. Así como muchísimas experiencias de contacto pastoral con tantos y tantas migrantes que hacen parte de nuestra historia vocacional.
03.¿Cuál es tu experiencia en Brasil?
El día 11 de enero del 2006 llegué al Brasil con muchas expectativas y deseos de continuar mí caminada rumbo a la consagración definitiva en este estilo muy particular de vida religiosa, consagrada y misionera, después de un curso intensivo de portugués empezamos la facultad con un poco de dificultad de hablar la lengua, mas con el paso del tiempo fue siendo más fácil. Digo esto porque el aprender una nueva lengua hace parte importantísima de mi formación, tanto como persona, como misionero, fue una primera experiencia muy bonita en mis primeros meses en Brasil.
Después de algún tiempo de integración en la nueva cultura, me hicieron la propuesta de hacer mi experiencia pastoral con las comunidades de habla hispana y que hasta hoy continúo. Actualmente estoy en año que nuestra Congregación llama de Tirocinio que es un año de experiencia pastoral en alguna de nuestras misiones.
Tenemos aquí en São Paulo una misión llamada Centro de Pastoral del Migrante, y acompañamos, en el área social y jurídica procesos de documentación, orientación y asistencia en caso de abusos o violación de los derechos humanos. Tenemos cuatro comunidades (boliviana, peruana, paraguaya y chilena) que acompañamos pastoralmente y otros trabajos con migrantes en colaboración con otras parroquias en relación a sacramentos para migrantes o hijos de migrantes.
Un trabajo muy exigente pero al mismo tiempo muy enriquecedor, pues considero que gran parte de nuestra formación es motivada por las mismas personas que en nuestro día a día entran en contacto con nuestras historias particulares.
Aquí he aprendido a convivir con las diferencias que enriquecen nuestra vida y nuestra espiritualidad. Y a descubrir los diferentes rostros de Dios que se insinúan en el rostro de cada migrante, ese Dios que no se queda indiferente frente a la injusticia y la opresión de sus hijos muy amados, de ese Dios que nos quiere felices y plenos en el estilo de vida que cada uno de nosotros proyecta vivir.
04. Un mensaje para los JSF
Para todos los JSF me gustaría decir que vivimos tiempo de mucho conflicto y incertidumbre, y nosotros como jóvenes tenemos un gran compromiso: debemos ser jóvenes promotores de la justicia y de la paz, capaces de dar lo mejor de cada uno de nosotros en cualquier ambiente en que actuamos.
Para aquellos J S F que sienten alguna inquietud por la vida religiosa y misionera, mucho ánimo, busquen la orientación propia que les ayude a discernir y a dar una respuesta generosa a Aquél que los ha inquietado. Mucha paz, alegría y felicidad, que Dios los bendiga, acompañe y fortalezca siempre. ¡Un grande abrazo!
Fuente/Autor: Padre Román