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EL CABALLO DE TROYA EN LOS ESTADOS UNIDOS

27 de enero de 2020

Los mejores, los más inteligentes – no los indocumentados – nos empujaron hasta el borde del desastre financiero.

Ellos lo hicieron nuevamente. Nos distrajeron hablando siempre de inmigrantes ilegales que robándonos de nuestros trabajos y agotando todos nuestros recursos. Nos dijeron que teníamos que levantar barreras, desconfiar de cualquiera que no fuese norteamericano. Ellos nos hicieron sospechar de los otros en la misma forma como lo hicieron en el pasado con los negros, los judíos, los italianos y los irlandeses.

Hablaron sobre muros para mantener a esa gente afuera y a nosotros a salvo. Dejamos a los comentadores de la radio y la televisión de cable presionarnos hasta el frenesí sobre lo que según ellos llaman la amenaza de EEUU.

Pero una vez más, las huelas del cuchillo en nuestra espalda pertenecen ni al los pobres ni a las minorías sino a los mejores y a los más inteligentes.

En vez de las estatuas del toro y el oso en Wall Street, deberíamos construir un caballo de Troya, porque lo que ha llevado a los EEUU hasta el límite del desastre financiero no fueron los ilegales que vienen a “robarnos” nuestros trabajos de limpia platos y porteros o trabajadores en plantas procesadoras de carnes.

Éste fue un trabajo interno. Fue hecho en EEUU de adentro.
Fueron los más hábiles de los nombrados ilustres, nuestros graduados más inteligentes de la universidad, los corredores de bolsa, agentes y banqueros llevándose las primas en millones de dólares.

Ésta fue la gente que ha sido la más bendita en la abundancia de este país, y ésta fue la gente más motivada por la codicia. Ellos no fueron trabajadores con sueldo mínimo tratando de llevar comida a sus mesas y darles a sus hijos la oportunidad de estudiar. Ellos no eran los jornaleros en las calles de la ciudad rogando por un trabajo o las manos del campo hincándose al máximo para extraer la cizaña de las granjas corporativas.

Ésta fue la gente que llevó al delirio de Manhattan, cuando llegó el tiempo para las primas, que ofreció mayores precios para obtener los más caros de los condominios de lujo, que fue a los restaurantes compitiendo para recibir las hamburguesas más caras en EEUU, que tomaron vacaciones en los más caros balnearios y que si tenían hijos, los enviaban sólo a las escuelas más caras de preparación.

Éstas fueron las personas cuyos patrones de consumo fueron avalados en la sección del estilo en New York Times, el mismo periódico que ahora los critica en las páginas de sus editoriales.

Ésta fue la gente que se vio a sí mismo como los “Amos del Universo”, y la ironía es que algunos de estos mismos –ahora trabajando para el gobierno- se supone que están elaborando una salida estratégica para la nación de su debacle financiera.

No sabemos a dónde va a parar todo ésto. La cantidad de gente que ha perdido sus casas y ha perdido sus trabajos es ya un escándalo, pero lo que nos espera en el futuro, todavía no lo sabemos.

¿Se caerán por tierra otras instituciones financieras?
¿Tendrán que pagar los contribuyentes aún cada vez más para cubrir las malas decisiones de los “mejores” y los más inteligentes?

Y tal vez nuestra nación con nuestros trillones de dólares de deudas a países como China y Arabia Saudita – ambos que han logrado una riqueza increíble por nuestro consumo voraz más allá de nuestros medios- ¿tendría la fortaleza de cumplir con nuestras promesas, pagar nuestra obligaciones y no sacrificar a los más pobres mientras lo están haciendo?

La codicia ha permeado nuestra sociedad. En la mayoría de los casos, nos ha llevado a algunas malas decisiones financieras basadas en supuestos equivocados, y los resultados serán las faltas de pago de las hipotecas de las propiedades inmuebles y de los coches, y las deudas de tarjetas de crédito. Pero la codicia de aquellos que son los más beneficiados materialmente que están manejando a algunas de nuestras más poderosas compañías financieras, es lo más vergonzoso y lo que ha hecho el mayor daño.

Yo conozco a gente que está en ese país de forma ilegal. Ellos paga sus impuestos, ellos trabajan dos o tres puestos con salario mínimo y envían dinero a su país, a sus casas para mantener a los miembros de su empobrecida familia allá.

Si ellos han quebrado la ley. Sí, un país tiene derecho a hacer cumplir sus leyes y proteger sus fronteras.

Pero los norteamericanos han perdido la visión. No nos engañaron los extranjeros entre nosotros. Nos han engañado los propios, los nuestros.

Nunca ha sido tan verdadero: hemos encontrado al enemigo y el está entre nosotros.

Fuente/Autor: Greg Erladson- Our Sunday Visitor

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