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Ejecutan en Texas a Ernesto Medellín

27 de enero de 2020

La Suprema Corte rechaza la apelación del mexicano condenado a muerte por asesinato

HUNTSVILLE, Texas

Tras una jornada de tensión, finalmente el mexicano José Ernesto Medellín fue ejecutado a las 9:55 p.m. (hora del Centro) de ayer, por un asesinato cometido en Houston hace 15 años.

“Lamento que mis acciones causaran dolor. Espero que esto les brinde el consuelo que buscan. Nunca retengan sentimientos de odio”, dijo Medellín a los testigos que presenciaron el final de su vida.

El día estuvo marcado por una incesante lluvia, vientos sostenidos, un cielo gris que no se despejó en ningún momento y un ambiente marcado por la incertidumbre.

Aunque la Corte Internacional de Justicia (CIJ) pidió la revisión del juicio de Medellín por no habérsele respetado su derecho a la protección consular, la justicia de Texas rechazó la jurisdicción de ese tribunal y, en los últimos momentos de ayer, la Suprema Corte del país también negó la última apelación del mexicano.

Originalmente, su ejecución debía realizarse a las 6:00 p.m., pero fue suspendida tras el anuncio de la fiscalía de Texas de estar impedida para proceder con la aplicación de la inyección letal, debido a una apelación presentada por la defensa de Medellín ante la Suprema Corte de Justicia el viernes 1 de agosto.

Al no emitirse un dictamen por parte de la Suprema Corte a las 6:00 p.m., la justicia texana tuvo que detener el proceso de inyección letal con el que se daría término a la vida de Medellín, oriundo de Nuevo Laredo, en espera de la resolución proveniente del máximo tribunal.

A las 6:00 p.m., activistas a favor de la pena de muerte que se encontraban en una de las esquinas que rodean la prisión aplaudieron y gritaron, sin saber que la decisión de aplazar la ejecución de Medellín había sido suspendida. Permanecían a la espera de un pronunciamiento sobre si se realizaría la ejecución o no, en medio de pancartas, decisión que al final llegó.

A unos cien metros de allí, activistas contra la pena de muerte expresaban su clamor porque se detuviera la ejecución de Medellín con mucha desesperanza.

Una de las congregadas en ese lugar era Mirna Chi, madre de un hondureño cuya ejecución en esta misma prisión está prevista para el próximo jueves 7 de agosto. “Sólo pido por la familia de Medellín para que tengan fortaleza. Mi hijo compartió algunos momentos con Medellín en la prisión de Livingston, donde estuvo detenido el mexicano hasta la noche del 4 de agosto”.

Durante la mañana, parte de la familia de Medellín lo visitó en prisión, entre ellos sus dos abuelas y su padre Venancio Medellín. Él tenía el rostro desencajado, y no abandonó el piso con su mirada. “No quiero hablar”, dijo el padre con voz entrecortada.

La visita de la familia a Medellín sería la última antes de que el detenido fuera ejecutado.

“Entiendan que esto es muy difícil para la familia”, dijo uno de los acompañantes de las dos abuelas y el padre de Medellín, quienes abandonaron a bordo de una camioneta de color blanco las inmediaciones donde se encuentra la prisión de Huntsville, unas 80 millas al norte de Houston.

La visita de los familiares fue lo más destacado en cercanías de la prisión durante un día lluvioso causado por el paso de la tormenta tropical Edouard, mientras la expectativa aumentaba por lo que pudiera ocurrir con la Suprema Corte de Justicia.

La Corte recibió el 1 de agosto una petición de la defensa para que se aplazara la ejecución, ya que una semana antes fue presentado ante el Congreso federal un proyecto de ley redactado por los representantes Howard Berman y Zoe Lofgren, ambos demócratas de California, para hacer que los estados acataran la disposición de la CIJ.

La polémica por el caso de Medellín llegó a instancias internacionales luego de que la justicia en Texas negó al ciudadano mexicano la posibilidad de recibir asistencia consular, un derecho incluido en la Convención de Viena, y de la que Estados Unidos es un país firmante.

Aunque la CIJ solicitó al gobierno de Estados Unidos revisar el proceso de Medellín por dicho error, la Suprema Corte de Justicia no aceptó la recomendación al argumentar que los compromisos adquiridos por Estados Unidos no son vinculantes con los estados como entes independientes.

Los tribunales de Texas también rechazaron la jurisdicción de la CIJ.

En contraste con la situación de Medellín, varias personas tuvieron momentos de felicidad y llanto en Huntsville, cuando hacia el mediodía decenas de detenidos fueron puestos en libertad porque ayer fue el día final del cumplimiento de su encierro. “Nos habían dicho que hoy iban a matar a uno de México, y esto le pasa a muchos hispanos; hoy todos debemos estar sintiéndonos mal por eso”, dijo Willie Cain, de 33 años y quien fue liberado después de dos años de prisión por posesión de drogas ilícitas. Cain abrazó a su esposa mexicana y estalló en llanto.

Organizaciones como la Coalición para Abolir la Pena de Muerte en Texas, con sede en Austin, expresaron su rechazo a la ejecución de Medellín mediante un comunicado divulgado un día antes. Miembros de la organización acudieron a Huntsville pero no podían hablar con los medios de comunicación por decisión de las autoridades.

Medellín fue sentenciado a muerte el 21 de octubre de 1994, 14 meses después de haber participado en el asesinato de Jennifer Ertman y Elizabeth Peña, dos adolescentes residentes en Houston que fueron violadas y estranguladas por Medellín y otros cuatro miembros de una pandilla, que practicaban un rito de iniciación cuando las menores que regresaban a su casa se encontraron con ellos.

Los padres de Elizabeth acudieron a la prisión de Huntsville, aunque no habían dado declaraciones, para ser testigos de la muerte de Medellín.

Fuente/Autor: La Opinión

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