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Brasil: Despedida masiva al padre Baldacci, asesinado en Vitória da Conquista (Bahía)

27 de enero de 2020

VITORIA DA CONQUISTA, lunes, 3 abril 2006

Esperando el paso del féretro del sacerdote italiano asesinado, Bruno Baldacci, toda la ciudad de Vitória da Conquista (en el Estado nororiental brasileño de Bahía) se detuvo, según ha narrado el arzobispo del lugar, monseñor Geraldo Lyrio Rocha.

El domingo, el diario italiano «Avvenire» se hizo eco de declaraciones del arzobispo de Vitória da Conquista: «Ha muerto un hombre íntegro y transparente que creía en la justicia social, en el rescate de sus chavales, los “meninos de rua” [“niños de la calle”. Ndt]».

«Su asesinato ha conmocionado a todo Brasil –constató–. Nadie se esperaba que le ocurriera a él una tragedia así. Era un hombre querido por todos. No estaba en el objetivo de la microcriminalidad, como han escrito muchos diarios brasileños. Era sólo un hombre apacible».

«Ciertamente el móvil [del crimen] era el robo», añade.

El prelado presidió el viernes, en la parroquia de Nossa Senhora das Candeiras, el funeral por el sacerdote cuyo cuerpo apaleado fue hallado la víspera, por la mañana.

«En la iglesia había una multitud inmensa que siguió con mucha devoción la celebración religiosa, al término de la cual todos se encaminaron a pie hacia el cementerio», confirmó el prelado a la agencia misionera «Misna». Otros dos obispos de diócesis vecinas se sumaron a los funerales. El propio sacerdote había expresado su deseo de ser enterrado en el lugar, «en su tierra de misión».

«En la ceremonia hubo gran presencia de sacerdotes. Don Bruno era profesor de liturgia y teología y ha sido profesor de muchos párrocos. Pues bien, hoy estaban todos, conmovidos, reunidos también de otras diócesis, además de la nuestra», describió monseñor Lyrio Rocha.

El asesinato de don Bruno, «además de afligirnos a todos, representa un motivo de profunda reflexión y oración para toda la comunidad –añadió–. Todos nosotros hemos perdonado ya, siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, quien dijo: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”».

«Pero perdonar no quiere decir no querer justicia o garantizar la impunidad a quien ha cometido un horrendo crimen»; por esta razón –explica el arzobispo de Vitória da Conquista– «la archidiócesis ha confiado a los investigadores un buen abogado, ayudado por un sacerdote nuestro, de modo que se pueda seguir cada desarrollo de las investigaciones».

El padre Bruno Baldacci, sacerdote «fidei donum» de la diócesis italiana de La Spezia, llevaba 36 años de labor en la ciudad en la que murió. Tenía 63 años. Los sacerdotes diocesanos «fidei donum» (don de la fe) son aquellos enviados por las diócesis más antiguas a las Iglesias jóvenes de otros continentes como misioneros.

Murió en la noche del miércoles al jueves pasado presuntamente a manos de dos jóvenes ladrones en su habitación; residía en la parroquia de Nossa Senhora das Candelas desde hace más de dos décadas.

Bruno Baldacci había pasado toda su vida sacerdotal en Brasil, adonde llegó tras las huellas de un obispo misionero, apunta el dicasterio misionero –a través de su agencia «Fides»– lamentando el asesinato.

Ordenado sacerdote el 15 de noviembre de 1968 en Salvador de Bahía, «fue administrador diocesano en la sede vacante de Vitória da Conquista antes de que yo llegara», recordó monseñor Lyrio Rocha a «Misna».

Recientemente había sido nombrado vicario episcopal para una zona pastoral de la diócesis.

El obispo Bassano Staffieri –de la diócesis de La Spezia-Sarzana-Bugnato– ha descrito al sacerdote asesinado como «un testimonio generoso de servicio a los más pobres», pidiendo a sus fieles oración por él, recoge la emisora pontificia.

En relación con el crimen, la policía ha detenido por el momento a dos sospechosos, de 22 y 35 años. Ambos están relacionados con un grupo de drogadictos al que el padre Baldacci había ayudado frecuentemente, explicó el sábado a «Misna» el arzobispo Lyrio Rocha.

Pero el sacerdote asesinado no trabajaba en la comunidad para recuperación de toxicómanos, que había abierto dos años atrás otro presbítero, el brasileño Edilberto Amorin.

«El padre Bruno estaba muy pendiente de los pobres, a quienes siempre daba su apoyo. Era una figura muy conocida, también porque había trabajado en la parroquia de Nossa Senhora das Candeias durante veinte años. Por esta razón también conocía a los drogadictos, quienes sabían que podían contar con su solidaridad y con frecuencia le visitaban», añadió el prelado.

Igualmente apuntó que los dos detenidos ya habían cometido en el pasado robos en la casa del sacerdote italiano.

Fuente/Autor: Zenit

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