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Mundo Misionero Migrante

Arizona contra los trabajadores indocumentados

27 de enero de 2020

La llamada «Ley Arizona» es la legislación estatal antiinmigrantes indocumentados «más dura en Estados Unidos», pues establece sanciones para los empresarios que contraten deliberadamente trabajadores sin papeles.

La ley HB 2779, es una iniciativa que desestabiliza aún más la situación de nuestros hermanos migrantes; no está dirigida directamente a éstos, pero prohibe a las compañías, empleadores y lugares de trabajo, contratar indocumentados. Esto es, en Arizona la ley exige a los empresarios estadounidenses mostrar «los papeles de residencia a quienes trabajan allá; esto hace, naturalmente, la vida más difícil a nuestros hermanos mexicanos que han ido a EEUU en busca de una vida mejor y económicamente más estable».

Entrevistado vía telefónica, el Obispo de Ciudad Juárez, Renato Ascencio León, expuso el panorama de la problemática y las acciones que realizan las diócesis de la frontera, de un lado y de otro.

–¿Qué hace la Iglesia en favor de las personas que viven en Arizona (EEUU), quienes podrían salir deportadas en estos días, perdiendo con ello su trabajo y su hogar?
–Quienes pueden actuar, en realidad, ya comienzan a manifestarse, principalmente el Obispo de Phoenix, quien ha emitido una declaración en torno a esta Ley, a la que considera como injusta y xenófoba. Los obispos de este lado de la frontera poco podemos hacer, pues tenemos nula injerencia en la legislación de EEUU; sin embargo, mediante nuestras relaciones con los obispos estadounidenses, hemos manifestar nuestra inquietud. Tendremos una reunión con los «Obispos de Texmex», es decir, de las Diócesis en los estados colindantes en la frontera con Texas: Laredo y Nuevo Laredo. En dicha reunión, haremos una manifestación y una declaración de inconformidad en contra de la ley, y sobre todo, contra el gobierno de EEUU, porque no ha querido llegar a un acuerdo legislativo, para hacerla más humana y favorecer a los hermanos que han ido a ese país a trabajar para encontrar una vida mejor. Lo que han hecho es mirar a los trabajadores como si fueran criminales o guerrilleros.

El inmigrante no es criminal, eso es una verdad; el inmigrante es una persona buena que busca mejores condiciones de vida, y los obispos de la frontera habremos de ofrecer –reitero– una declaración fuerte respecto a esta situación que se está viviendo en Arizona.

EL TRAYECTO DE LOS INMIGRANTES

«En Ciudad Juárez, ya desde hace mucho tiempo –catorce años para ser exactos– mediante la Casa del Emigrante estamos siempre al pendiente, tenemos toda una Pastoral de Migración donde, de una manera muy particular, observamos el regreso de estos hermanos.
»La Casa del Migrante ha puesto guardias permanentes en el puente, por donde son deportados, y los llevamos a esta Casa, en donde se les ofrece hospedaje, alimentación, ropa y servicios médicos, tanto a hombres como a mujeres. Hemos inaugurado una sección nueva y conseguimos una congregación religiosa femenina para que esté al pendiente de las mujeres, y no no haya ciertos abusos. Se hacen grandes esfuerzos para recibir a los deportados, a estas víctimas de discriminación, maltrato y abusos de toda clase. El 2 de noviembre tuvimos una Misa, que realizamos con los Obispos, sacerdotes y fieles de las Diócesis de El Paso y Nuevo México, en la malla. Los estadounidenses ponen su altar al otro lado de la frontera y nosotros de éste, en México, como una manera de significar que para el Señor no hay murallas, mallas ni muros… En esa ocasión, de una manera muy especial el señor Obispo Ramírez, de Las Cruces, manifestó su apoyo y solidaridad de una manera muy especial.
»En la Casa del Emigrante de Ciudad Juárez, desde 2001 –cumpliremos siete años– tenemos el Centro de Derechos Humanos del Emigrante, cuyo objetivo es proporcionar a los migrantes, nacionales y extranjeros, asesoría legal para casos concretos de violación a sus derechos humanos, por su misma calidad de migrantes. Hemos pedido ayuda a diferentes organismos de EEUU y a las diócesis respectivas donde se han cometido abusos, que se les dé seguimiento, porque desde acá nuestras autoridades no pueden sino manifestar su inconformidad.
»Por otro lado, yo siento que no únicamente los vecinos de la frontera ni sólo la Dimensión de Movilidad Humana, a la que compete la migración, sino los obispos, sacerdotes y fieles, tenemos la obligación de manifestar nuestro repudio a todas estas acciones xenófobas».
–¿Qué podemos hacer quienes no vivimos en la frontera?
–Primero, tenemos que pedir a nuestras autoridades, que son para todo México, que «se pongan la camiseta» y hablen con sus contrapartes, para que se busquen caminos comunes. El Presidente Calderón acaba de hacer una declaración, y la escuché bastante fuerte; espero que no sea expresión de un día, sino un trabajo donde se sienta de una manera muy particular la presión, porque nosotros vivimos en la frontera y vemos a las personas que pasan por aquí hacia EEUU, y también por aquí regresan. De donde viene toda esa gente es de Jalisco, Michoacán y Guanajuato, y más abajo, en el Sur; por eso es necesario que el gobierno de México haga algo en serio. Se han dado algunas orientaciones, lo sé, a los consulados de Phoenix, Tucson, Nogales, Douglas y Yuma, para que intervengan adecuadamente ante esta situación. Ojalá que a éstos se sumen todos los Consulados de México en EEUU.

Mano de obra mexicana

La población de Arizona nacida en el extranjero se ha triplicado en menos de dos décadas, pasando de 269 mil personas en 1990, a 831 mil en 2004.
• De cada seis extranjeros en Arizona, cinco son indocumentados.
• Más de 59 % de la fuerza campesina está integrada por trabajadores sin papeles.
• 27 % en la construcción.
• 51 % en la jardinería.
• 26 % en los hoteles.
• 23 % en restaurantes.
• 33 % en casas privadas.
• 46 % en la industria textil.

Fuente/Autor: VÍCTOR MANUEL PAZARÍN – Semanario

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