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Scalabrini

“El ambiente, la educación, las tradiciones, la religión y la cultura crean el sentimiento de la …

27 de enero de 2020

De los Escritos y Discursos de Juan Bautista Scalabrini.

El ambiente y la educación crean generalmente el sentimiento de la nacionalidad, sentimiento providencial que hace que cada uno esté contento de su país, y que por consecuencia impide que los ciudadanos de una comarca menos dotada que muchas otras aspiren a abandonar la patria para formar otra conforme a sus caprichos en un país más rico, con mejor clima, con comercio más fácil.

Muchas veces, al recorrer diferentes pueblos desdichados por la esterilidad del terreno o por la escasa belleza de los lugares o también por un cúmulo de circunstancias que los hacen feos y tediosos, me dio pie a reflexionar sobre esta consecuencia providencial del amor por la patria.

En todas partes he encontrado a los indígenas animados por el afecto hacia el lugar natal y me dije: – ¡Qué suerte! ¡Qué providencial disposición de Dios! Si estos viesen a su patria con los ojos con los cuales la veo yo, la abandonarían de inmediato, y entonces tendríamos comarcas despobladas y otras donde los hombres se degollarían para ocupar su suelo: en un mismo país tendríamos regiones desiertas y otras demasiado pobladas.

En cambio, las tradiciones de familia, de juventud, el ambiente moral y material, la parentela, las costumbres hacen olvidar los más graves inconvenientes, los que no llegan a matar ni tampoco a debilitar el amor de patria que es el fundamento de la teoría de la nacionalidad.

Ciertamente, observando las cosas con amplitud, la Religión tiene mucha, más aún la parte principal en el sentimiento de nacionalidad, sin embargo no es la única que constituye la idea nacional. Es el complejo moral, religioso y material del ambiente patrio que constituye esta idea, de la cual se ha visto hace poco, el beneficio y efecto providencial para la paz del mundo y la felicidad de los hombres.

La cultura de un pueblo acrecienta en él el sentimiento nacional, porque lo determina más claramente en su mente. Por lo cual nosotros vemos que con el pasar de los tiempos la aversión por toda dominación extranjera se ha hecho irresistible y que esos mismos pueblos, como el italiano y el eslavo del Sur, que tanto sufrieron en el pasado, se oponen vigorosamente hoy a lo que más o menos toleraban ayer. [38]

“La influencia que el sentimiento nacional puede ejercer sobre la idea religiosa”

Acerca de la influencia que el sentimiento nacional puede ejercer sobre la idea religiosa, o para expresarlo mejor sobre la Religión de un pueblo y de los ciudadanos que lo componen, se podría decir mucho. Baste repetir lo que hace poco se ha expresado, es decir, ya que el ambiente, la educación y las tradiciones históricas y de familia son poderosísimas, más aún se puede decir exclusivos factores de la idea nacional, la Religión tiene una parte principal entre las causas de las que nacen el amor patrio y la idea nacional.

El hombre tiene dos grandes afectos que lo acompañan a todas partes: el amor a Dios y el amor a los padres y a la familia. Ambos forman, junto a algún otro elemento, la idea de la nacionalidad. Y por lo tanto, mientras que el hombre permanece, aunque sea pasivamente, fiel a la Religión de sus padres, él siente el amor de familia y con él el amor de patria. El hombre que abandona a la Religión, apóstata, abandona también el sentimiento nacional. De donde se debe concluir que la fidelidad a la Religión, trae consigo la fidelidad a la patria, a menos que un fatal conflicto, poniendo en contraposición los dos grandes afectos de religión y patria, no impulse a los ilusos a sacrificar el primero por el segundo, cosa que invariablemente se produjo hasta aquí en el pasado, allí donde el conflicto fue duradero.

Las grandes revoluciones religiosas tuvieron este origen. El cisma de la Iglesia Oriental fue ocasionado en gran parte por la gran intolerancia de los Orientales para obedecer a Roma (…). Así se perdieron una tras otra las Iglesias Orientales y el hecho es tan verdadero que León XIII lo ha reconocido cuando para volver a conducir esas Iglesias a la suspirada unidad, ordenó que se respetaran sus ritos y tradiciones antiguas no diferentes de la doctrina católica y prohibió formalmente que se latinizaran los convertidos orientales con el fin de hacerles comprender que en el catolicismo todos los pueblos tienen derecho de ciudadanía y que, como religión universal, él respeta todas las naciones, sus derechos, sus legítimas aspiraciones y su patriotismo. También la herejía protestante fue sostenida por el sentimiento nacional mal interpretado. Las tradiciones de Arminio, el deseo de aplastar al Papado, considerado como institución latina, y por lo tanto lo que muchos Alemanes llaman todavía “la maldad latina”, tuvo mucho poder para difundir al protestantismo no sólo en Alemania, sino también en los países escandinavos y en Inglaterra. Pintado el Papa como un soberano extranjero, aunque espiritual, incitaron contra él el sentimiento nacional y esto bastó para fortalecer una larga herejía (…). Así también si el catolicismo permanece firme en Irlanda y en Polonia, es porque el Anglicanismo y el cisma son la Religión de los conquistadores extranjeros, mientras el pueblo ve en la Religión Católica el Símbolo de la Patria. Y, por lo tanto, en el pasado, antes de la emancipación de los católicos (1827) los ingleses con el hierro y con el fuego quisieron protestantizar a Irlanda, seguros que abandonada la Religión de sus Padres los irlandeses habrían perdido también el sentimiento nacional.

Lo mismo hicieron los Rusos, sin mayor éxito, en Polonia. Ellos no se sienten seguros porque ven en el catolicismo el punto firme del sentimiento patrio en Polonia, y piensan que aplastado aquello, este fallaría y se produciría la completa asimilación entre conquistadores y conquistados.

Fuente/Autor: Una Voz Viva

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