María: Tú has sido capaz de dar, en plenitud,
el sí a la propuesta y a los planes de Dios.
Únicamente tú te has entregado, en absoluta disponibilidad,
a su voluntad amorosa y providente.
Miramos tu ejemplo, que nos ilumina
y es estímulo que nos impulsa
hacia el compromiso cristiano en la vida.
Sentimos muchas veces, sin duda,
la exigencia de Dios, su invitación o llamada,
a participar en la realización de sus designios,
grandes o humildes, importantes o de rutina diaria.
Madre nuestra María, enséñanos a abrirnos al Señor,
a estar pendientes de su voz, y a decir SÍ con alegría.
Tu sí del primer momento, se prolongó en fidelidad
a todo lo largo y ancho de tus días.
La voluntad de Dios fue tu alimento,
su palabra el impulso para todos tus actos.
Danos fortaleza para aceptar lo costoso,
lo amargo y lo difícil de nuestra vida;
danos constancia para cumplir hasta el fin,
lo que reclama la vocación que Dios nos ha dado.