En los momentos de silencio, de día y de noche, me llama la atención y me conmueve un llanto que proviene de la Cruz.
La primera vez que lo escuché, salí de casa, y, buscando alrededor, encontré a un hombre crucificado.
Déjame desclavarte de la Cruz,
le dije, e intenté extraer los clavos de los pies.
Pero Él me contestó:
Déjame donde estoy, pues no bajaré de la Cruz hasta que todos los hombres, todas las mujeres, todos los jóvenes y niños se junten para sacarme de aquí.
Entonces le dije:
¿Cómo puedo yo aguantar tu llanto? ¿Qué puedo hacer por ti?
Me respondió:
Vete al mundo entero y diles a todos los que encuentres, que hay un hombre clavado en una Cruz”.
Fuente/Autor: Fulton Shenn