“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Rincón Vocacional

Reflejo de lo que recibimos

27 de enero de 2020

No cabe la menor duda de que cuando intercambiamos con los demás siempre aprendemos cosas nuevas, y hasta podemos llegar a sorprendernos gratamente, ya que cada uno es muy diferente a nosotros mismos y todo ello puede ser como un gran regalo para la vida. Por supuesto, siempre y cuando estemos dispuestos a abrirnos para recibir todo lo que provenga de fuera, sino es “misión imposible”, todo requiere de nuestra disponibilidad y actitud.

Hay algo que me ha hecho pensar y que agradezco enormemente a todas las personas que me han ayudado a lo largo de mi vida, porque ciertamente, hoy somos lo que se ha ido construyendo poco a poco, y aquí, en esta construcción, no hemos sido los únicos trabajadores, sino que somos uno más de entre tantos. Tenemos una parte importante, y es que sin un corazón abierto y disponible no se podría llegar a la intimidad del ser humano. Aunque también es cierto que la intimidad de alguien no es de tan fácil acceso, pero quedémonos en el reconocimiento del otro, en su valoración y en todo lo que podemos llegar a conocer por la experiencia.

Muchas personas que nos rodean, ya sea la familia, los amigos, los conocidos, la gente con la que nos relacionamos diariamente, nos están dando mucho más de lo que pensamos, y hemos de saber agradecer todo lo bueno que de ellos adquirimos. También ser conscientes de que si tenemos una capacidad crítica, sabremos caminar con libertad y desterrad de nosotros lo que pueda hacer daño. Para ello hemos de tener los “ojos” bien abiertos. Cuando reconocemos con humildad, y además, con orgullo “sano”, que necesitamos la palabra, el apoyo y el cariño del otro, estamos haciéndonos muy grandes.

Hablaba con un amigo hace un par de días y le dije que le agradecía que se preocupase tanto por los otros, que “perdiese” tiempo en mejorar y dar oportunidades a todos aquellos que no las han tenido, y su respuesta me dejó invadida de una gran alegría interior; me dijo que no tenía que agradecerle nada porque él únicamente era reflejo de lo que ya había recibido antes, y por tanto, no lo consideraba mérito. Es una persona enamorada de Dios y consciente de todo lo que a Él le ha dado por amor, por eso está convencido de que los dones que recibimos son para compartirlos.

Ojalá aprendamos no sólo a “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt. 10), sino a ser capaces de hacer crecer todo lo bueno que poseemos para bien de los demás.

Fuente/Autor: Texto: Hna. Conchi García.

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