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Mundo Joven

¿Por qué se rindieron?

27 de enero de 2020

La cantidad de suicidas casi se duplicó en ocho años. La mayoría son jóvenes entre 15 y 24 años, pero también suelen quitarse la vida los desempleados, los casados y los que tienen un bajo nivel educativo. Ellas lo intentan más, pero ellos son más eficaces. Nueve de cada diez lo hacen en la soledad de sus recámaras. Los problemas familiares, el desamor, las enfermedades graves y las dificultades económicas son las principales causas.

No pudo más. No logró sortear su dolor. Se le terminó la esperanza. No tuvo fe en que su sufrimiento terminaría. Se le acabaron las ganas de seguir viviendo. Se hizo un daño irreparable. Qué valiente. Qué cobarde. Optó por la salida fácil. Al suicidio se le atribuyen éstas y otras interpretaciones pero, a fin de cuentas, es una decisión complicada y personal. Respetable para algunos, censurable para otros.

Lo cierto es que en 2008 se suicidaron 4 mil 394 personas, 841 más que en 2003 y mil 658 más que en 2000. En ocho años, casi se duplicó la cantidad de mexicanos que decidió quitarse la vida.

El estudio “Suicidio en jóvenes”, basado en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), revela que 40% de quienes optaron por quitarse la vida el año pasado tenían entre 15 y 24 años.

Esta investigación, realizada por la doctora Norma Cruz, de la Escuela de Trabajo Social de la UNAM, señala que nueve de cada diez mexicanos se suicidaron en sus recámaras. El método más utilizado fue el ahorcamiento (siete de cada diez), seguido de la utilización de un arma de fuego.

El suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte entre los jóvenes mexicanos, después de los accidentes automovilísticos. Ellas son las que más lo intentan, pero son ellos quienes más lo logran.

Por lo menos 60% de sus padres no tiene una respuesta ante el hecho: no saben qué lo provocó, qué pasaba por la mente de sus hijos ni desde cuándo tomaron la decisión de rendirse.

Quienes estudian las causas dicen que el hecho se debió principalmente a problemas dentro de la familia. Así, los jóvenes terminan matándose —en su gran mayoría— porque tienen conflictos familiares o bien por decepciones amorosas.

Ahora los suicidas son más eficaces

Norma Cruz asegura que todos los suicidas sufren una profunda tristeza. “Muchas veces hay violencia dentro de la familia, son jóvenes con problemas afectivos, se sienten solos e incomprendidos, en muchos casos consumen drogas y alcohol”, explica.

Las causas del suicidio, dice Norma Cruz, son multifactoriales. Los jóvenes suelen hacerlo luego de disgustos familiares, porque sufren depresión o ansiedad o debido a que padecen enfermedades incurables o graves. Los adultos se quitan la vida por problemas económicos.

Pero los suicidas no se despiertan un día con la idea de matarse, así nada más: es un proceso que comienza con la elaboración de una idea, después viene un plan que fija el método; la culminación dependerá de los factores biológicos que influyan en cada persona, pues no todos los jóvenes con problemas emocionales terminan quitándose la vida.

Lina Díaz Castro es jefa de hospitalización del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, de la Secretaría de Salud, y dice que 80% de los suicidas son de tipo patológico, es decir, que hay signos compatibles con algún trastorno mental.

Como encargada de esa área recibe unas 500 consultas en urgencias al mes. De ellas, 20% pertenece a pacientes que se intentaron suicidar, más de la mitad con el mismo perfil: jóvenes, mujeres y por ingesta de medicamentos.

En el mundo cada 30 segundos alguien toma una decisión de esta naturaleza. Según la Organización Mundial de la Salud, cada día 3 mil personas deciden matarse. Cada año unos 20 millones intentan suicidarse y un millón se quita la vida.

En México, el fenómeno casi se duplicó en ocho años: en 2000 se suicidaron 2 mil 736 y, en 2008, se quitaron la vida 4 mil 394. En ese mismo lapso cambió el método: 75.7% decidió ponerse la soga al cuello sin dejar oportunidad para salvarse. En años anteriores los potenciales suicidas optaban por ingerir pastillas o cortarse las venas, métodos frecuentemente fallidos.

El 44% de los que decidieron quitarse la vida el año pasado no tenía ocupación remunerada. El 40.9% estaba casado y 39% tenía hijos. El 39.6% no contaba con estudios y 30.7% tenía apenas educación primaria terminada.

“La gran mayoría se dio una muerte rápida y sin errores, con métodos efectivos como el estrangulamiento y ahorcamiento, seguido por arma de fuego; de ninguno de ellos es posible salir vivo, es muy díficil que fallen”, lamenta Norma Cruz.

Los estados que registraron mayor número de personas que se quitaron la vida fueron el estado de México (10.4%), Jalisco (7.9%) y el Distrito Federal (7.2%). Le siguen Guanajuato y Veracruz, lo cual muestra que en el centro del país hay una mayor incidencia suicida.

Cada caso supone la devastación emocional, social y económica de familiares y amigos. “En México no hay políticas públicas que culminen en programas de ayuda para los familiares de un suicida, pues después de un hecho como éste sienten culpa”, dice Norma Cruz.

Explica que al tratamieno de enfermedades mentales sólo se destina 1.9% del presupuesto del sector salud nacional, “cuando el suicidio es totalmente prevenible si se trata a tiempo con una buena terapia”, dice.

Para la doctora Lina Díaz Castro, las cifras se han inflado porque la violencia tanto dentro como fuera de casa ha crecido. “Hay mayor delincuencia, más consumo de drogas, falta de oportunidades para los jóvenes y una nula cultura en cuanto a la apertura de la salud mental”, dice la especialista.

Asegura que los jóvenes que asisten a terapia en el hospital siquiátrico se salvan más del suicidio. Reconoce que el número ha crecido tanto que el fenómeno está rebasando las posibilidades de atención del hospital.

Hace falta prevención, advierte. “Nos falta un sistema adecuado para detectar a la poblacion que intenta suicidarse. Al no haber programas fuertes de prevención es importante que los papás y familiares estén alerta de las señales. Si sus hijos se aíslan y no siguen sus actividades con el mismo gusto de antes, hay que poner atención”, dice la doctora.
Dice que los suicidas no siempre avisan, ni elaboran frases amenazadoras. Pero una fuerte alarma son los intentos, pues alguien que ya intentó suicidarse es muy probable que seguirá intentando hasta conseguir ese objetivo.

Fuente/Autor: CINTHYA SÁNCHEZ – El Universal

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