Para los que buscan sin dar la cara, como Nicodemo,
– Te pedimos más valentía, Señor.
Para los que preguntan por la verdad y no esperan respuesta, como Pilatos,
– Te pedimos más luz, Señor.
Para los que desprecian a los pobres, como el rico Epulón,
– Te pedimos más justicia, Señor.
Para los que se contentan con una religión de apariencias, como los fariseos,
– Te pedimos más amor, Señor.
Para los que creen sólo lo que tocan, como Tomás,
– Te pedimos más fe, Señor.
Para los que se encuentran con el dolor y pasan de largo,
como el Sacerdote y el levita del templo,
– Te pedimos más caridad, Señor.
Para los que tiene miedo de confesar públicamente su fe, como Pedro,
– Te pedimos más coherencia, Señor.
Para los que retroceden ante tu llamada, como el joven rico,
– Te pedimos más desprendimiento, Señor.
Para los que te siguen por obligación, como el Cirineo,
– Te pedimos más generosidad, Señor.
Para los que se contentan con lamentarse, como las mujeres de Jerusalén,
– Te pedimos más dinamismo, Señor.
Para los que están sedientos, como la mujer samaritana,
– Te pedimos del agua viva, Señor.
Para los que andan hambrientos, como las turbas del pueblo,
– Te pedimos el pan de vida, Señor.
Para los que esconden sus talentos bajo tierra, como el siervo inútil,
– Te pedimos más responsabilidad, Señor.
Para los pecadores, como el hijo pródigo, Zaqueo y la Magdalena,
– Te pedimos la conversión, Señor.
Para los que te siguen, como los apóstoles,
– Te pedimos una entrega total, Señor.