Editorial

Octubre, Mes Misionero

Jornada Mundial de las Misiones

Tuve la oportunidad de participar en muchos Congresos Misioneros, sea nivel diocesano como nacional.
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En todos hubo cantos, hubo porras, hubo testimonios, hubo…

Y ahora me pregunto: “¿Qué quedó de estos Congresos? ¿Bonitos compromisos? ¿Bonitos recuerdos?” Y unos chavos ya me preguntan: “¿Dónde y cuándo va a ser el próximo?”

Cuando encuentro a Grupos Juveniles que más que grupos cristianos se parecen a clubes sociales; cuando visito Parroquias encerradas en su “mundo”, a donde nunca llegaron las palabras de Cristo: “Vayan, prediquen…”, me pregunto: “¿Dónde está el espíritu misionero de nuestra Iglesia?”

Resuenan en mis oídos las palabras de Juan Pablo II: “La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse” (Redemptoris Missio).

Pero, ¿qué hago para que llegue a cumplirse?
¿Cómo puedo, como cristiano, rezar el Padre Nuestro sin mentir, mientras haya un solo hombre que ignora que tiene un Padre en el cielo?
¿Cómo puedo guardar para mí la Buena Nueva de Cristo, sin vivirla y testimoniarla cada día y anunciarla más allá de mis fronteras?

Este mes misionero es una oportunidad para tomar consciencia de nuestra fe y volvernos así misioneros.
Que en este Año Paulino todos sintamos imperioso el deber de repetir el grito de San Pablo, : “¡Ay de mí sinno predicara el Evangelio!” (1Cor 9, 16).

¡Ojalá se haga realidad el sueño de Juan Pablo II:
“Veo amanecer una nueva época misionera, que llegará a ser un día radiante y rica de frutos, si todos los cristianos responden con generosidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo”.

Fuente/Autor: Padre Román, cs