Empezamos el día, decimos, cuando suena el despertador. Es hora de ponernos de nuevo en marcha y desde este primer momento de conciencia ya podemos ofrecerle a Dios cuanto vamos a vivir a lo largo de la jornada que estamos a punto de estrenar. Muchas cosas serán nuevas, otras son pura continuación de cuanto dejamos ayer, lo alegre y lo que no lo es tanto, de nuevo nos acompañaran todo el día.
Pero es cada mañana cuando el Señor pone en nuestras manos como un regalo el día nuevo. Él pone ante nuestros ojos como envuelto aún en una niebla una etapa de nuestra vida que está por estrenar. Viviremos sin duda momentos y ocasiones de gozo y acierto, de pena o tristeza, pero desde primera hora no ha de faltarnos el deseo de ofrecer al Señor cuanto nos ocurra, darle gracias por las personas que se relacionarán con nosotros, que ellas también, cada uno a su manera guste de las bondades de Dios. Y ya podemos iniciar nuestra súplica para que este espacio de vida resulte lleno de buenas obras.
Comienza un nuevo día, lo ponemos Señor en tus manos, te ofrecemos todo cuanto vamos a vivir. Tú sabes ya como será, Tú conoces aquello que vamos a realizar, cuanto nos va quedar sin acabar, y también el mal que haremos fruto de nuestra ineptitud. En tu bondad Señor, acéptalo ya desde esta primera hora y ayúdanos a vivirlo todo como una verdadera ofrenda de acción de gracias.
Fuente/Autor: Sor Carmen Solé