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Mundo Misionero Migrante

Niños enfrentan la deportación solos

27 de enero de 2020

Cada mes, el hogar Nuestras Raíces, en Quetzaltenango, alberga de 25 a 40 menores que llegan desde México por la vía terrestre

Según las autoridades, los infantes fueron capturados por las autoridades cuando emigraban solos a EE. UU.

Desconsuelo, bromas, tristeza e incertidumbre es lo que se vive afuera del referido albergue de la Secretaría de Bienestar Social, en la ciudad altense, donde decenas de padres, madres, tíos o abuelos, en su mayoría indígenas, esperan que les entreguen a sus niños.

Muchos de ellos tuvieron que dejar sus viviendas, pagar transporte y hospedarse en Quetzaltenango, para recoger a los menores, quienes fracasaron en su intento por llegar a EE. UU. en forma ilegal.

“Mi hijo me dijo: ‘Mama, yo me voy, quiero ir a trabajar para ayudarla’, y yo lo apoyé porque somos muy pobres. No tengo esposo; mis otros hijos son pequeños y somos de una aldea de Totonicapán donde hay mucha pobreza. En mi casa hay días que faltan los alimentos”, relató la mamá de uno de los jóvenes que esperaban dentro del hogar.

La espera

Otro menor que se encuentra en el hogar aseguró que tiene 15 años, aunque su estatura y complexión lo hacen parecer de apenas de 10.

Él decidió huir de su casa y emprender el viaje hacia el país del norte sin tener mayor información.

Este adolescente, oriundo de San Juan Sacatepéquez, Guatemala, vivía con su madre y cursaba cuarto primaria. Afirmó que su padre se fue hace algunos años a EE. UU. de manera ilegal.

La intención del muchacho no era reencontrarse con su padre. “No. Él ni nos ayuda. Si manda algo es cada vez que se muere un chucho. Yo iba por mi cuenta. Quería ir a conocer y a trabajar de lo que sea”, dijo.

Aventura

Un día este joven metió en su mochila ropa y un pachón con agua. Junto a otros dos jóvenes, de 18 y 19 años, emprendió el viaje. “Un chavo salvadoreño que ellos conocían nos dijo que nos iba a pasar al otro lado”, relató.

Según él, fueron transportados en un tráiler, pero en Pijijiapa, Chiapas, México, las autoridades los detuvieron.

¿Cuánto costaría el viaje y a quién se iba a pagar? son dos preguntas cuyas respuestas se guarda. “Iba a puro jalón”, sostuvo.

Sobre los riesgos, el joven aseguró: “Nos dijeron que nos podían agarrar los Zetas, que nos podían matar. A mí no me dio miedo. Yo lo que quería era ir a trabajar. En mi casa había comida, pero yo quería que la situación de mi familia fuera mejor”.

Fuente/Autor: Prensa Libre

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