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Editorial

Frontera sur, dar lo que pedimos

27 de enero de 2020

Recibe el Padre Florenzo María Rigoni, cs, Premio Nacional de Derechos Humanos

Ver en sección de GALERÍAS DE FOTOS unas imágenes de este evento.

15 de diciembre de 2006

Enfermos, hambrientos, con sed, cansados y las más de las veces sin dinero en los bolsillos, porque pueden ser asaltados en el camino, 300 mil migrantes centro y sudamericanos llegan cada año a nuestra hostil frontera sur, como escala inevitable hacia el sueño americano . Contradictoriamente, el trato que como país les damos a estos hombres, mujeres y niños carece del humanitarismo que, a su vez, pedimos a Estados Unidos para nuestros compatriotas.

No en balde esta semana le fue entregado al padre Flor María Rigoni el Premio Nacional de Derechos Humanos por sostener, desde 1984, un albergue para que los migrantes descansen y mediten si continúan o regresan a sus casas.

El nuevo gobierno anunció un programa para el reordenamiento de la porosa franja limítrofe con Guatemala y Belice, de tal forma que se regule el tránsito en la frontera sur y se mejoren condiciones de trato a quienes llegaran a introducirse legal o ilegalmente a nuestro territorio.

El modelo de orden y cuidado que se pretenda implementar en esa zona deberá servir de ejemplo para la frontera norte; no podemos pedir lo que no damos.

Tom Shanon, subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, ratificó ayer, sin embargo, el estrecho marco de análisis que respecto de la migración prevalece en Washington. Si bien reconoció la cooperación de México en el combate a la violencia fronteriza, generada por el narcotráfico y su disposición a seguir trabajando juntos en la Asociación para la Prosperidad y la Seguridad de América del Norte, no abordó las dimensiones económicas y sociales que hacen que mexicanos y lo que ellos denominan “OTM”, migrantes de otras nacionalidades, arriesguen la vida para ocupar puestos de trabajo disponibles en su país.

Entendemos que el de las migraciones no es un asunto privativo de nuestra región. De hecho, es uno de los grandes temas del siglo XXI, por el enorme desplazamiento de seres humanos en busca de mejores oportunidades.

Son constantes los flujos del mundo árabe y del norte de África hacia España; o de Europa del Este hacia el centro del Viejo Continente; o de Sudamérica hacia Estados Unidos o a la península Ibérica.

Cronistas de nuestro tiempo, como lo son los cineastas, han dado testimonio de dicha problemática. Nominada ayer para seis Globos de Oro, uno de los premios más codiciados de la cinematografía mundial, Babel, del director mexicano Alejandro González Iñárritu, retrata el absurdo de una frontera, la norte, menos porosa que la del sur pero igual de peligrosa.

En un mundo ideal, la sensibilidad de los directores de cine debería ser considerada para corregir las rigideces que pueden derivarse del intento de “reordenar las fronteras” sin reordenar las vidas.

El programa anunciado para atender la frontera sur de México es, si acaso, un primer acercamiento; el reto de fondo es entender que Estados Unidos, México y Centroamérica tienen que cooperar no sólo para impedir cruces ilegales, sino para armonizar económica y demográficamente realidades complementarias.

Fuente/Autor: EDITORIAL DE EL UNIVERSAL/México

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