Hola Jóvenes Sin Fronteras:
Mi nombre es Jaime Benjamín Aguila Hernández, nací en Zapopan Jal., y soy el cuarto de siete hijos. Tengo 29 años y actualmente curso el 5to semestre de teología en la ciudad de Chicago en los Estados Unidos.
¿Podrías compartir cómo fue tu experiencia vocacional?
Bueno, quiero decir que este proceso fue y sigue siendo un caminar junto con Dios y la comunidad para alcanzar la realización de un sueño muy grande. Desde pequeño yo había tenido la inquietud de ser sacerdote. Sin embargo, conforme pasó el tiempo este sueño pasó a segundo lugar, e incluso al último término en mi vida. La escuela y mis amigos ocuparon un lugar muy importante a lo largo de mi etapa de adolescencia y parte de mi juventud. Durante este tiempo el casarme y terminar una carrera eran los únicos objetivos de mi vida. Puedo decir que mi vida era feliz y normal.
A la edad de 18 años participé en un encuentro que me ayudó a empezar a poner a Dios dentro de mis planes. Empecé a participar en un grupo juvenil y después de dos años conocí al P. Francisco Pellizari, en aquel tiempo el promotor vocacional de los misioneros Scalabrinianos. El me hizo la invitación para recibir la revista Jóvenes Sin Fronteras, y por medio de ella enterarme de las convivencias a las cuales fui invitado.
El contacto con Padre Francisco y las convivencias despertaron en mí el sueño de ser algo más en mi vida. Por medio de ellos descubrí que estaba viviendo una vida demasiado normal, y que mi vida se limitaba a ser lo mismo que los demás. Para ese entonces yo ya estaba estudiando el tercer semestre de derecho, en la Universidad de Guadalajara.
El despertar de mi ideal de ser sacerdote y seguir más de cerca los sueños de Dios para mi vida, no fue nada fácil. Yo ya tenía planes los cuales incluían muy poco a Dios. Este ideal me pedía coraje y decisión para ser realizado. Esto me pedía un cambio de dirección en mi vida y un caminar junto a los planes de Dios que no siempre son muy claros. Tuve que enfrentar muchos miedos, para descubrir la invitación suave y generosa que Dios tiene para mí. Después de un proceso de discernimiento y de conocimiento de la congregación de los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos decidí ingresar al seminario en la ciudad de México.
¿Cómo ha sido tu vivencia dentro del seminario?
El caminar dentro del seminario no ha sido un trabajo fácil pues este sigue requiriendo de mi esfuerzo, honestidad y crecimiento. Esto muchas veces es doloroso pero creo que vale la pena y es necesario para realizarlo. Durante los nueve años que he estado viviendo esta aventura dentro del seminario me he sentido acompañado por la mano del Señor. El acompañamiento de los Padres Scalabrinianos, mis compañeros de seminario y los migrantes me han ayudado a reafirmar el llamado y a madurar mi respuesta. La verdad me siento muy afortunado de haber dicho que si al Señor hace ya nueve años.
¿Quisieras dar un mensaje a todos los jóvenes sin fronteras que leen esta revista?
Yo creo que Dios soñó algo muy grande cuando nos creo. Este sueño es un sueño compartido entre Dios y nosotros y nunca va en contra de nuestros más auténticos deseos. Yo hoy lucho por alcanzar este sueño.
Yo te invito joven sin fronteras a que imagines tu vida junto con Dios. Te invito a que te sueñes como el te soñó. Esta será la única manera en la que te realizaras como persona y encontraras la autentica felicidad.
Fuente/Autor: Jaime Águila Hernández