“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

GOETHE
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Editorial

El Dios de la experiencia del Migrante

27 de enero de 2020

“Yo no he habitado en una casa desde el día en que saqué a los Israelitas de Egipto, sino que he estado peregrinando de un sitio a otro en una tienda)1 Cron.17, 5.
El Dios bíblico es un Dios caminante, un Dios que sale de su palacio el cielo desde el primer relato de Génesis: en la brisa de la tarde YHWH bajaba al jardín del Edén para platicar con los hijos del hombre. (Gen.3, 8. Se hace tienda andando con su pueblo, tienda que sobrevive a la destrucción del templo de Je-rusalén y se traslada encadenada con toda una comunidad deportada hacia el destierro de Babilonia. El Dios que escucha a su pueblo y lo aconseja en la tienda del encuentro durante el éxodo en el desierto sigue a lo largo del desenvolverse de la historia de salvación. Solamente en Éxodo la expresión la tienda del encuentro recurre 40 veces y en Levítico 44 veces. Es el concepto de tienda refugio – tienda encuentro que seguirá en el nuevo templo de Salomón a lado del arca, símbolo de la peregrinación. Se trata de una tradición muy antigua, hoy lejana de nuestra mentalidad que considera la tienda para deportes, camping, excursiones en montaña o en descampado. Sin embargo es el mismo concepto de una casa que cargas con-tigo mismo, hecho tú mismo casa andando y es la afirmación subconsciente de que cualquier lugar puede ser tu casa y tu acogida.
El concepto de tienda afirma lo provisional de la vida nómada, es el paso paralelo diríamos de la cintura ceñida y el cayado en la mano y de aquí el concepto de la pascua permanente, porque Dios va pasando, va invitando. El migrante pasa días y semanas en aquella tienda que es la naturaleza, con el cielo por techo y los animales por compañeros. En los testimonios de muchos de ellos los labios se sueltan en la oración callada de la noche, la mano se estrecha casi a sentir la presencia de Dios que lo puede cobijar y puede ser la línea telefónica con su hogar lejano. El Dios encontrado así no hace las preguntas de los policías, de las autoridades, ni tampoco las de muchos albergues o instituciones. Tampoco es el Dios de las rubricas reli-giosas, con sus normas, condiciones o requisitos. Simplemente es el Dios del encuentro. Y la tienda se deshace en la madrugada, la cargas contigo hasta plantarla más allá. Se repite en la historia de los migrantes el recorrido de los patriarcas, camino marcado por estelas de piedras, altares, árboles donde Dios se hacía encuentro. (El encino de Mambre, 18,1; Gen.12, 7s; 13,18; 22,14; 26,25; 28,18s; 32,31; 35,14)
El relato de Génesis donde Abraham acoge a los tres personajes de paso delante de su tienda, merece una pausa reflexiva. Se trata de tres extranjeros, desconocidos a Abraham y objeto de acogida por parte del patriarca. Dentro del marco cultural medio oriental y en la secuencia bíblica la hospitalidad es fundamen-talmente recibir al Dios que pasa, al Dios que decide hacerse viator para encontrarse con los hijos del hombre. (Gen.18, 5) Un pecado que se añadirá sobre los habitantes de Sodoma y Gomorra es el querer violar el derecho y la dignidad del forastero. (Gen. 19,5)

Fuente/Autor: P. Flor Maria Rigoni

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