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Del encuentro con Cristo a la evangelización, compromiso del I Congreso Misionero Asiático

27 de enero de 2020

Celebrado en Tailandia del 19 al 22 de octubre

CHIANG MAI, lunes, 23 octubre 2006

Experimentar el encuentro personal con Jesús Resucitado y compartir esa vivencia en el continente asiático, según las circunstancias de cada país: es el compromiso del Congreso Misionero Asiático recién clausurado, el primero de este tipo.

«Contar la historia de Jesús en Asia… una celebración de la fe y de la vida» ha sido el tema que ha reunido, para la ocasión, en Chang Mai (Tailandia) -del 19 al 22 de octubre-, a más de un millar de personalidades de la Iglesia en Asia.

Organizado por la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC, http://www.fabc.org/), el Congreso se ha orientado a que madure entre los católicos de Asia la conciencia de ser misioneros en su continente, cuya cifra de cristianos ronda el 2%.

En nombre de Benedicto XVI, el cardenal Crescenzio Sepe –prefecto emérito de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos- fue el encargado de abrir el Congreso, invocando la fuerza del Espíritu Santo y bajo la protección de la Iglesia; inmediatamente, en la Eucaristía, su sucesor al frente del dicasterio misionero, el cardenal Iván Dias, pidió la bendición del Señor para todos los participantes.

Estos reconocen, en un mensaje final, haber vivido un «Nuevo Cenáculo» en el encuentro que les ha permitido compartir experiencias «de vida, fe, heroísmo, oración, diálogo», y conocer a «otros discípulos contemporáneos de Jesús» del vasto continente, de Líbano a Japón, de Kazajstán a Mongolia o Indonesia.

Ha sido un «congreso catequético-pastoral» que ha «explorado un método único de evangelización: narrar historias de fe compartida», reconocen.

Fruto del gran encuentro de la Iglesia en Asia son las «Orientaciones y prioridades» que han identificado los participantes, y que se comprometen a llevar a cabo, empezando por hacer que «la historia de Jesús se haga vida en» el «encuentro personal con el Señor Resucitado».

Y ello a través de estudiar y vivir en profundidad la Palabra de Dios para que sea un medio de transformación de la propia vida, además de acostumbrarse a reconocer el paso de Jesús en la propia vida, en toda circunstancia.

De gran importancia es -coinciden los participantes- hacer de las «celebraciones comunitarias, especialmente la Eucaristía, poderosos momentos de encuentro en los que la historia de Jesús se hace viva a través de los símbolos utilizados en la liturgia».

Partiendo de este «encuentro personal» con Jesús Resucitado, se apuntan igualmente las claves de «promover la participación de los laicos, especialmente de los jóvenes», «proclamar a Jesús particularmente a través del testimonio, como elemento distintivo de la identidad misionera», y «vivir y promover una espiritualidad de diálogo» con los pueblos de Asia.

Resultado del I Congreso Misionero Asiático es también que se reconozca como prioridad desarrollar, a nivel formativo, actitudes positivas de comprensión y respeto a otras religiones, esforzarse por suprimir malentendidos y prejuicios de personas de otros credos hacia la fe y práctica cristianas, así como ofrecer una atención pastoral más eficaz a los matrimonios entre cónyuges de distinto credo.

Los congresistas buscan igualmente integrar valores culturales positivos de Asia en la vida cristiana –siguiendo los pasos sugeridos en la exhortación apostólica post-sinodal «Ecclesia in Asia» (de Juan Pablo II)-, así como introducir, con una adecuada catequesis, la inculturación de la fe cristiana.

Y piden a cada Conferencia Episcopal asiática que se haga eco de este gran congreso, dándole seguimiento en otros a nivel nacional o regional.

El I Congreso Misionero de Asia surgió como respuesta a una intuición de Juan Pablo II. Al comenzar «Ecclesia in Asia» (6 de noviembre de 1999), el fallecido pontífice confesaba esta esperanza: «Como en el primer milenio la cruz fue plantada en Europa y en el segundo milenio en América y África, así en el tercer milenio se pueda recoger una gran cosecha de fe en este continente tan vasto y con tanta vitalidad».

Fuente/Autor: Zenit

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