Conozco barcos, que se quedan en el puerto,
por miedo a que las corrientes les arrastren demasiado.
Conozco barcos que se oxidan en el puerto,
sin arriesgarse nunca a sacar sus velas.
Conozco barcos que olvidan partir, tienen miedo del mar,
de tanto envejecer,
y las olas jamás les han esperado,
su viaje se ha acabado antes de comenzar.
Conozco barcos que se van de dos en dos,
a afrontar el mal tiempo cuando llega la tormenta.
Conozco barcos que no cesan de encontrarse cada día de su vida,
para mejor volver a encontrarse.
Conozco barcos que vuelven al puerto, labrados por todas partes,
pero más graves y más fuertes.
Conozco barcos extrañamente parecidos, cuando han compartido años de sol.
Conozco barcos que vuelven del amor, cuando han navegado hasta sus últimos días,
sin replegar nunca sus alas de gigante,
porque tienen un corazón ancho como el océano.