“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Editorial

COMUNICADO DE LA CEM (Conferencia Episcopal Mexicana)

27 de enero de 2020

Ciudad de México, 29 de junio de 2007

A la deriva

Con pena nos hemos enterado de que el Senado de los Estados Unidos rechazó votar la propuesta de reforma migratoria, con lo cual pospuso indefinidamente una eventual aprobación. Esta una noticia lamentable ya que antes de un asunto político, la reforma significaba una primera solución a una problemática social que impacta la dignidad, los derechos y las vidas de millones de seres humanos. Los migrantes continúan sufriendo explotación, abuso y hasta la muerte al tratar de encontrar empleos y proveer manutención a sus familias. La justicia clama una solución a esta enorme iniquidad.

Reiteradamente hemos manifestado que la solución de las problemáticas que viven nuestros hermanos migrantes no depende sólo de las decisiones que tomen un grupo de senadores en Washington. En México también se deben tomar medidas que originen empleos. Los ciudadanos mexicanos y sus familias no deben enfrentar la opción de vivir en la pobreza o emprender un camino peligroso y costoso a los Estados Unidos para encontrar sustento para sus familias. Deben tener la opción de proveer lo necesario en sus lugares de origen.

En fechas recientes, los obispos de los comités de movilidad humana de las Conferencias Episcopales de Estados Unidos y México nos recordaron que “Los migrantes son prenda de un sistema binacional “de facto” que beneficia económicamente a ambas naciones a costa de los derechos que Dios ha dado a nuestros hermanos como seres humanos”. Y nos exhortaron a redoblar esfuerzos para terminar con el sufrimiento de nuestros hermanos que viven en una situación de desamparo en una nación extranjera a causa de un marco legal injusto. Todos los católicos estamos llamados a colaborar desde nuestro entorno para cambiar esta situación. Recordar el derecho de toda persona a encontrar los medios de subsistencia en su propio país y el derecho que cada uno tiene a migrar deben ser una constante en la acción evangelizadora de la Iglesia que formamos todos los bautizados.

Fuente/Autor: CEM

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