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Mundo Joven

Cómo tener un proyecto personal

27 de enero de 2020

CÓMO TENER UN PROYECTO PERSONAL (Notas de Enrique Rojas)

• Todo proyecto personal debe contener tres ingredientes: amor, trabajo y cultura.
• Cada persona debe orientar su vida hacia metas que llenen sus necesidades afectivas, profesionales y culturales.

Resulta frecuente oír hablar de personas que atraviesan por una “crisis”, que se sienten “deprimidas” o presas de “angustia”. Son palabras éstas que tienen un significado preciso en psiquiatría y que los profanos emplean, a veces, con cierta ligereza, pero que no obstante responden a una situación real, de insatisfacción profunda, cuyas causas no se acaban de ver con claridad.
Enrique Rojas, psiquiatra, alude a estos problemas, considerando a este respecto que la labor de estos profesionales consiste en “reorganizar el proyecto personal de ese individuo que tenemos delante y que sufre, sin encontrar salida”.
Es la ausencia o frustración del “proyecto personal” lo que provoca esa sensación de infelicidad que parece ir apoderándose cada vez de más personas.

” NOS HACEMOS AL COMPAS DEL TIEMPO ”
¿Qué es el proyecto personal?- se pregunta E. Rojas-.

Es la operación que yo hago con mi vida llevándola hacia delante. Lo que yo quiero que ella sea, los planes que trazo para el día de mañana. El hombre equilibrado, sano, maduro, desde el punto de vista de la temporalidad, se puede decir que es aquel en el cual el presente está empapado de porvenir y el pasado ha sido digerido. Dicho de otro modo: en donde casi todo es futuro. Ese futuro es el espacio en donde yo llevo a cabo la realización de mi proyecto, en singular. Este se compone de diversos apartados, aunque todos a la postre apuntan en la misma dirección. Unidad en la pluralidad. Nos hacemos al compás del tiempo “.

En este párrafo se advierten ya algunos elementos que permiten aproximarse al nudo de la cuestión: la necesidad de “digerir”, de asimilar el pasado, y de contemplar el presente con vistas al porvenir, de manera que casi todo sea futuro. Cuando se adopta esta actitud, quedan desterradas en el acto posturas tan ineficaces y paralizantes como dedicarse a un continuo “rumiar” el pasado, a lamentar su pérdida, o a “deleitarse” con cierta morbosidad en las dificultades presentes.

AMOR, TRABAJO Y CULTURA

Toda persona debe tener un proyecto de vida. En el planteamiento que nos hacemos de él, al ser éste singular, al referirse a un individuo en particular, mostrará lógicamente un sistema de preferencias, que son las particularidades de ese proyecto, el cual forma una estructura que puede ser representada en un modelo operativo”.
” Todo proyecto personal – continúa – debe contener tres ingredientes: amor, trabajo y cultura. El sentido de la vida se puede sistematizar en esos tres distritos, los cuales tejen el rumbo de la existencia. La felicidad es una dimensión prospectiva que responde a la realización de nuestro proyecto personal”.

PERSONAL, REALISTA Y EXIGENTE
El proyecto personal – afectivo, profesional y cultural debe reunir las siguientes cualidades:

1.- La primera nota es que éste es personal. Parte de mí y va a convocar en mi presencia todo aquello que yo, por unos u otros motivos, prefiero. Responde, por tanto, a unas inquietudes, deseos y aspiraciones particularmente subjetivos que reflejan mi forma de pensar y de entender el mundo que me rodea.

2.- Ha de ser realista y exigente. Debo conocer mis posibilidades y limitaciones, además del perímetro de circunstancias que me rodean. Y debe servir como acicate para ir a más, en esa búsqueda incesante por alcanzar una mayor altura profesional, madurez en la vida afectiva y una densidad cultural adecuada a mis condiciones.

CONCRETO E ILUSIONADO
3.- Ha de ser concreto, lo más concreto posible. Esto significará que debe tener presentes dos aspectos importantes: primero renunciar a la dispersión, no querer tocar demasiadas teclas, pues el pretender estar aquí y allá conduce a una improductividad por demasía; segundo: debo decir que no a muchas invitaciones del exterior, interesantes y sugestivas, pero que de un modo u otro me alejan de la ruta trazada.

4.- Necesita una programación ilusionada. Como dice Julián Marías en su “Breve tratado de la ilusión”: lo decisivo en la ilusión es la anticipación, bien porque algo se acerque hasta mí o porque yo salga a su encuentro. Este organigrama general requiere el concurso de buenas dosis de estos tres elementos: orden constancia y disciplina.

5.- Debo tener previsto como una especie de Manual de Medicina preventiva del proyecto personal, ya que antes o después éste necesitará pasar por una “revisión médica”.

LA VERDADERA FELICIDAD
Feliz se siente aquella persona cuyos objetivos van siendo cumplidos, a pesar de las dificultades
Es la ausencia o frustración del “proyecto personal” lo que provoca esa sensación de infelicidad que parece ir apoderándose cada vez de más personas.
¿Qué es lo que puede realmente colmar esta sed insaciable y esa tendencia incontenible del hombre a ser feliz? La respuesta es el bien. ¿Qué quiere decir esto? El bien entendido en la medida que en él no hay nada que no sea bueno, es decir, que tiene la capacidad de satisfacer por completo y definitivamente la más profunda sed del hombre. Siguiendo esta línea argumental podemos afirmar que la felicidad consiste en conocer y amar lo bueno (…). Amar quiere decir estar junto a aquello que se ama. Por eso no hay felicidad sin amor. No es posible. Es un ingrediente indispensable para la felicidad. Pero el amor no es suficiente, sino que requiere su incrustación en el proyecto personal…”.

LA PROPIA REALIZACION
El último punto aquí tratado es el que corresponde a la dimensión profesional. “Feliz se siente, a cierta altura de la vida, aquella persona cuyo proyecto-realidad es ascendente. Los objetivos propuestos van siendo cumplidos, a pesar de las dificultades – muchas de ellas inesperadas – como se encuentran en tantos recodos del camino (…). Ahora bien, el que me sienta feliz, no implica el cumplimiento de todos mis propósitos de trabajo. Esto es casi una utopía. El hombre es como una sinfonía incompleta, se está siempre haciendo, siempre es superable su actuación, nunca puede decir he alcanzado bastante… Pero es que además la vida es azarosa y puede que mañana cambien el rumbo de los acontecimientos y éstos se tornen difíciles y hagan mi vida casi imposible
” La competitividad actual en casi todos los planos del mundo laboral es tan alta que si no la sabemos entender bien es probable que termine problematizándose, llenándonos de agresividad y desconfianza.
Cuando ese vector que me proyecta hacia adelante va cumpliendo los objetivos profesionales propuestos, con las naturales modificaciones que la vida comporta es entonces cuando percibo esa plenitud confiada de que estoy realizándome”.
” Soy feliz -concluye- cuando mi vocación como hombre – en mi trabajo, en mis afectos y en el plano cultural- se va desarrollando positivamente y en tanto en cuanto he sabido aceptar los cambios, las modificaciones y la acción de tantos aspectos inesperados como han recaído sobre ella “.
E. Rojas suministra una serie de puntos de reflexión que pueden ayudar a examinar y corregir las propias actitudes. Una breve apostilla debe hacerse, sin embargo, a su afirmación de que “la felicidad consiste en conocer y amar lo bueno”: ese bien capaz de ” satisfacer por completo y definitivamente la más profunda sed del hombre” es – resulta fácil llegar a esta conclusión- Dios, que nunca puede estar ausente de un proyecto personal verdadero y capaz de hacernos experimentar esa “expansión y dilatación” gratificante que constituye la felicidad.
Dios es el que encauza nuestros afectos, estimula nuestro trabajo y es base de la cultura, esos tres ingredientes que considera imprescindibles a la hora de que cada uno haga su proyecto personal. Es también la fortaleza y el consuelo para superar todas las dificultades que puedan presentarse en la realización diaria de ese proyecto de vida y de futuro.

Fuente/Autor: Enrique Rojas

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