Señor Jesucristo, ahora sí comprendo
lo que tú sentiste,
por todos aquellos que te acompañaron.
Salí de mi casa, emigré.
Dios mío, ando en busca de pan para mí,
para mi pueblo, para mi familia.
Creo que me ayudarás porque me comprendes,
también fuiste caminante;
y sabes que andando ausente,
entre la ciudad y el bullicio de la gente,
sólo se encuentra el silencio,
tratando de buscar una mejor suerte.
Gracias Señor,
por darme protección en mi camino y en este lugar.
Gracias por un nuevo día, aunque esté lejos de casa.
Así sea.