Más allá de sus problemas urgentes y de sus perentorias necesidades, la familia es un centro de amor, dónde reina la ley del respeto y de la comunión, capaz de resistir al ímpetu de la manipulación y de la dominación por parte de los centros de poder mundanos. Eran, estas, las palabras que el Papa Francisco escribía en su mensaje para el primer Congreso latinoamericano de pastoral familiar que tiene lugar en Panamá y acaba el 9 de agosto. La familia es una gran riqueza social, dónde ninguno es dejado de lado: dónde el anciano o el niño se sentirán acogidos. La cultura del encuentro y del dialogo, la apertura a la solidaridad y a la transcendencia encuentran en ella sus raíces.
Estabilidad y fecundidad son las características de la familia: el primer aspecto, que deriva del amor fiel hasta la muerte, forma el tejido fundamental de una sociedad humana dándole cohesión y consistencia. En cuanto a la fecundidad, no se refiere solamente a las generaciones de la nueva vida, sino también a un nuevo mundo, gracias a la ampliación de los horizontes de la existencia. Más allá de cada desaliento y derrota, para el Papa una convivencia basada en el respeto y la fe es posible porque la familia, en contraste con la visión materialista del mundo, no reduce el hombre al utilitarismo estéril, sino que guía y acompaña los deseos más profundos.
En el mensaje, leído en la apertura del Congreso por monseñor Raúl Martin, obispo de Santa Rosa, en Argentina, y presidente del Departamento para la Familia, la vida y la juventud del Consejo de las Conferencias episcopales de América Latina (Celam), Francisco escribe que la familia no debe ser considerada solamente como objeto de evangelización sino también como agente de evangelización, es una experiencia fundadora, que hace crecer al hombre en su apertura a Dios Padre, es el lugar donde la fe se mama como la leche materna. El amor familiar ennoblece cada acción humana confiriéndole un valor adicional. Confirmando su posición contra la cultura del descarte, Francisco recuerda las tres palabras claves que hay que cultivar en la familia, perdón, gracias y por favor, y ruega a la Virgen de Guadalupe para que haga de cada núcleo familiar una fuente de vida, concordia y fe.