Señor Jesús, Tú me llamaste por mi nombre
y me enviaste a trabajar en tu viña.
Hazme hermano universal,
con corazón abierto a todo el mundo.
Enséñame a estar contigo,
para ser luego testigo entre los hermanos.
Hazme capaz de transmitir la buena nueva del Reino.
Hazme valiente frente a la dura realidad
y capaz de cualquier esfuerzo por mejorarla.
Hazme cada día más consciente de tu mandato misionero.
Indícame dónde encontrar a mis hermanos
y sugiéreme cómo llegar a su corazón.
Enséñame la verdadera pobreza,
la experiencia del corazón libre,
la relatividad de los medios.
Empápame de espíritu misionero,
para que me deje llevar por tu Espíritu
allá donde hay mayor urgencia del anuncio.
Concédeme tu paz, indícame caminos de paz,
para que pueda desearla, anunciarla
y realizarla siempre.
Mantenme unido a ti,
inventor y señor de la misión,
para que constantemente me entregue
a hacer de la humanidad una familia de hermanos.
Amén.