“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Mundo Joven

¿Se puede “confesar” por medio de Internet?

27 de enero de 2020

Quien busca reconciliarse, término más adecuado para nombrar este sacramento, busca encontrarse consigo mismo, con los demás y con Dios. A partir de ese encuentro es que nos podemos redefinir y optar por lo que nos hace más plenos.

Internet, es un medio que surgió como estrategia de espionaje. A muchos de los internáutas eso no les interesa; no así el poder comunicarse en tiempo real, poder enviar correos electrónicos a las más diversas partes del mundo, enterarse de lo que pasa en Australia desde la comodidad de su hogar, etc. Por lo que podemos ver, Internet tiene finalidades muy claras: informar, comunicar, publicitar, comerciar y es catalogado como un medio que genera ganancias. Invertir en Internet es asegurarse un mercado global, un gran portal que puede ser visto por todo el mundo, o casi todo y en el cual se pueden exhibir todo lo que podamos imaginar.

Quién realmente busca confesarse es porque ha decidido –libremente- tomar una actitud de conversión en su vida ¡y que no es de ahora y para siempre, sino un proceso gradual! De nada vale seguir viendo a la confesión como un bote de basura en el que aviento lo que apesta, lo que me estorba, lo que huele mal… y lo tapo a fin de que pueda ser expulsado por alguien ajeno a mí. Quien busca confesarse, en el fondo sólo busca liberarse de la angustia que le genera la condenación definitiva. Quien busca reconciliarse, término más adecuado para nombrar este sacramento, busca encontrarse consigo mismo, con los demás y con Dios. A partir de ese encuentro es que nos podemos redefinir y optar por lo que nos hace más plenos.

Hablamos entonces de encuentro… un encuentro que plenifica y que nos hace ser libres y por consecuencia responsables de la actitud con la que veamos la vida, nuestra propia vida. A Dios lo que le interesa es que nos convirtamos. Que nos decidamos por ser mejores personas. Cuando Dios nos ve, se sonríe, pero cuando nos ve como lo que podemos llegar a ser, por medio de su gracia, se maravilla…

A la televisión, muchas veces se le ha querido imponer una función educativa… ¡cuando en sus orígenes tuvo un empuje comercial y de entretenimiento! No podemos forzar a los medios a que respondan a necesidades para los cuales no fueron creados. También es verdad que muchas veces, la creación escapa a sus creadores. Es decir, podemos redefinir el uso que le demos a los medios, pero ya es rebuscar en algo que de inicio no fue pensado para ello. El uso que le damos a los medios es responsabilidad nuestra y en verdad son una maravilla que nos hace replantear la comunicación humana. Pero de ahí a que creamos que todos los medios son adecuados para todas las necesidades humanas, creo que hay mucha diferencia.

Si logramos entablar un diálogo y a través de esa comunicación, se logra la confianza, podemos decir que en cada encuentro se define un yo y un tú (desde las categorías de la comunicación interpersonal). También nos valemos de medios; a veces nos facilitan la comunicación pero otras, la disfrazan o la distorsionan. Por lo que algunos dirán: “me es más fácil decir mis pecados por Internet, porque no me ven…” o “la verdad no tengo tiempo de ir y esperar al padre para que me confiese”.

Lo que está en juego es el sacramento: es decir el signo sensible que nos transmite el perdón y la misericordia de Dios. El poder decir lo que hicimos o no hicimos, eso no es lo relevante, Dios ya lo sabe y la verdad no le interesa… Le interesa el arrepentimiento, el espíritu de conversión en nuestras vidas.

Sinceramente, Internet no es un medio que pueda transmitir la misericordia… que es lo importante para que alguien sienta que es Dios mismo quien lo acoge de nuevo en su casa, sin preguntas o exigencias de justificaciones… a Dios le complace perdonarnos. Me arriesgo a decir, que quizá sea su tarea favorita. Cuando lo hace no es para recriminarnos nada… sino para que viéndonos cara a cara, una vez encontrándonos, nos mande matar el becerro gordo, nos calce y nos vista de fiesta ¡y hasta nos mande poner un anillo! Por el puro gusto de vernos cerca y de saber que hemos regresado a reencontrarnos y a vivir plenamente en vez de arrastrarnos entre los cerdos y comer de las sobras…

Queridos internáutas, ¿ustedes creen sinceramente que se pueda sentir esto por Internet? ¿podrías sentirte reconciliado con tu hermano, sólo por haberle confiado tu traición vía Internet, sin verlo a los ojos? O sólo buscamos la salida fácil, no dar la cara por los actos que hemos cometido… ¡claro que sentiremos un gran desahogo! Pero la “confesión” como ustedes la llaman no es para desahogarnos… sino para experimentar la misericordia, el amor profundo, que nos tiene el Padre y que necesitamos vivir para poder comprender Su Gratuidad y sólo entonces poder comenzar de nuevo…

Hno. Jorge Uriel López Caballero

Fuente/Autor: Hno. Jorge Uriel López Caballero

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