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Salen de la secundaria y entran al abismo: Depresión en bachillerato

27 de enero de 2020

Dejar atrás la adolescencia no es un proceso sencillo. Según la Primera Encuesta Nacional sobre Exclusión, Intolerancia y Violencia, aplicada por la SEP en escuelas públicas de educación media superior, cuatro de cada diez estudiantes ha tenido la sensación de que novale la pena vivir y cinco de cada diez nuncale cuentan sus problemas a los padres.

Son víctimas, pero también son verdugos. Viven en la desesperanza; algunos sienten que no pueden dejar de estar tristes, e incluso intentan quitarse la vida. Otros abusan de sus compañeros, los golpean, los ignoran y les ponen apodos. Se trata de jóvenes que cursan la educación media superior con altos niveles de estrés y depresión, pero que también son violentos con sus compañeros, y a la vez son objeto de abusos.

La violencia, la exclusión y la intolerancia que viven jóvenes en las escuelas de educación media superior, es alarmante de acuerdo con la Primera Encuesta Nacional Exclusión, Intolerancia y Violencia en Escuelas Públicas de Educación Media Superior presentada ayer por el subsecretario de Educación Media Superior, Miguel Székely Pardo en el marco del Seminario de Identidades Juveniles y la Expresión Emo.

La depresión y el estrés se agudizan más en las mujeres, dado que seis de cada diez jóvenes que cursan el bachillerato reconoció no poder dejar de estar triste, y casi la mitad consideró que su vida había sido un fracaso.

Cuatro de cada diez ha tenido la sensación de que no vale la pena vivir, y 12 por ciento ha intentado suicidarse. En el caso de los hombres, 46 por ciento sintió que tenía ganas de llorar y ese mismo porcentaje no apetecía comer. El 8.5 por ciento estuvo a punto de quitarse la vida.

Sobre las prácticas de abuso en las escuelas, la encuesta recogida en el segundo semestre del 2007 por el Instituto Nacional de Salud Pública señala que cuatro de cada diez jóvenes ha insultado a alguno de sus compañeros o les ha puesto apodos ofensivos, y al menos uno de cada diez ha golpeado a uno de ellos.

Esto se traduce en que un alto porcentaje ha sufrido abusos por parte de jóvenes iguales que ellos. Al 17. 4 por ciento de hombres y al 15.5 por ciento de mujeres les han robado sus cosas.

Tres de cada diez hombres se sienten rechazados por sus compañeros y dos de cada diez mujeres tienen ese mismo problema. El 38.2 por ciento de los muchachos denunció que les esconden sus cosas y 42.3 por ciento de los chavos se sintió ignorado.

Resulta paradójico, según la encuesta, que en una primera impresión los jóvenes no están de acuerdo con la violencia, aunque ellos mismos la ejercen. Sin embargo 13 por ciento de los entrevistados estuvo de acuerdo con la idea de que los hombres les pegan a las mujeres por instinto, uno de cada diez asintió que cuando a una mujer la agrede su marido es por culpa de ella, y 9.6 por ciento pensó que sí es correcto amenazar a las personas para demostrar energía.

La encuesta realizada entre 13 mil 104 estudiantes de entre 15 y 19 años que cursan educación media superior de subsistemas federales, estatales y autónomos, revela que los niveles de intolerancia a la diversidad también son altos.

Más de la mitad de los encuestados no les gustaría tener como compañero en la escuela a un enfermo de sida, a un no heterosexual, ni alguien con capacidades diferentes. A 47.7 por ciento tampoco le gustaría compartir salón con indígenas, y a tres de cada diez tomar clase con personas de baja condición socioeconómica.

En el entorno social, para los jóvenes predomina una sensación de rechazo y nerviosismo. El 56.9 por ciento confiesa ser “muy criticado” en su casa, y seis de cada diez afirma que nunca se ha llevado bien con sus padres.

El 58.6 por ciento argumenta que esta mala relación se debe a que nunca les prestan atención cuando les hablan. Para el 58.5 por ciento es difícil hacer amigos, y 65.5 por ciento se ponen nervioso cuando los mayores les dicen algo.

Además 84.9 por ciento de los chavos ha percibido que muchas cosas los ponen nerviosos y 62.9 por ciento se asustan con facilidad. Esta sensación se acentúa en el entorno familiar. Casi la mitad nunca le cuenta sus problemas a sus padres, y 45.5 por ciento no les demuestra afecto con facilidad.

Fuente/Autor: Laura Toribio – El Universal

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